viernes, 14 de agosto de 2015

Acá en las alturas

Queridos:

Chicago da para muchas visitas. Parece que uno de sus orgullos es tener el edificio más alto de Estados Unidos, la torre Willis, de 103 pisos, en la que uno paga para irse a parar en un cubo de vidrio  (el skydeck) y sentirse flotando en las alturas.


Claro que como siempre, lo que queda más bello es el recuerdo, la realidad es que para tomar esta siguiente foto hubo que hacer una fila de 20 minutos y ver cómo las adolescentes se tomaban 100 selfis en todas las posiciones y nuestros amigos los chinos usaban el tiempo a sus anchas. Por fin nos tocó a nosotros, (apenas segundos de experiencia), y el resultado fue este: Daba meyo pero me debo a mis lectores y ahí va la foto:


La torre desde abajo se ve así, y esa pequeñísima protuberancia de la izquierda es el famoso skydeck, en el que todo mundo quiere pararse:


No puede faltar el paseo en el barquito que te lleva por las historias de la arquitectura de los edificios más importantes, aquí les van un par, por supuesto de las extravagancias de los millonarios...


Este por ejemplo, es el edificio de la Ópera, que le construyó alguien a su mujer, para que pudiera cantar a sus anchas, se gastó la mitad de su fortuna y el día del estreno fue el famoso crack de 1929, esa noche perdió la mitad que le quedaba y adivinen... por supuesto también a la mujer.


Ese que ven con la punta dorada es el edificio del Hard Rock, el dueño quería que pareciera una botella de champaña, y por qué no cubrirlo de oro...




 El recorrido en el barquito vale mucho la asoleada; dato curioso, se gastaron una fortuna para invertir la corriente del río, que va del lago hacia afuera, esto con la finalidad de dejar de vertir la basura que tiraban de los edificios hacia el lago, el resultado fue que San Louis los demandó por irla a tirar hacia allá, y desde el lago la demanda fue que se estaban llevando el agua... No se puede dar gusto a todos.

Durante mucho tiempo el río estaba tan sucio (asqueroso diríamos) que autocombustionó dos veces, es decir, generó tanto calor que se incendió solito. No sólo en Acapulco se cuecen habas con los desechos de los edificios...

Estando en el departamento que nos prestó el director de la UNAM Chicago, en un piso 42, vimos unos aviones militares que hacían piruetas, en un momento pensamos que se irían a estrellar a algún edificio, miren a la distancia que pasaron:



Nos impresionó mucho.

A pesar de la altura de la torre Willis,  nos gustó más la vista de la torre Hancock, que tiene 94 pisos "nada más". Son 360 grados de un paisaje maravilloso, y aunque no se sube uno en el vidrio, se disfruta con mucha más calma:


Hay un edificio, en plena avenida Michigan (creo que les contaba en la reseña pasada, que es el Masaryk de Chicago), el Chicago Tribune, que tiene incrustadas en las paredes trozos de lo más diverso, desde la catedral de Colonia, hasta un trozo de la Luna, aquí una piedra de la Casa Blanca, que tomaron durante su reconstrucción, en 1950...


Y por qué no, ir a ver jugar a los White Sox al estadio de baseball, con hotdog y todo:





Fuimos a un evento en la UNAM, sobre Chiapas, y nos gustó mucho la música y los cuadros de un japonés que vive allí desde hace 41 años, Akio Hanafuji, que tiene una mezcla interesantísima entre las dos culturas, miren:





Hay un grupo aquí que se llama Sones de México, que nos pone en alto, y la muestra chiapaneca que prepararon para el evento nos gustó mucho. Nos llamó la atención este instrumento, hecho con caparazones de tortuguitas:





Me despido y los dejo con una imagen que vimos en la entrada de muchos edificios, así, casual, como quien pide que no entren mascotas...


Se las dejo de tarea con besos desde lo alto.


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