martes, 25 de agosto de 2015

Niagara on the Lake y la despedida

Queridos,
Nuestro último día en Toronto. Decidimos volver a Niagara on the Lake, aunque habíamos pasado al volver de las Cataratas, porque necesita uno quedarse unas buenas horas allí, de viñedo en viñedo, llenándose los sentidos de belleza y sabor.

Sólo pasamos por 3 viñedos, pero fue suficiente. En el primero (Trius) nos dieron un tour por las cavas, las uvas y por supuesto, a probar el brut, los vinos tinto, blanco y el famoso icewine, muy de aquí, que se produce cuando se cortan las uvas a menos 8 grados, lo que produce un vino dulce, para postre, fino y caro.



Hasta hace muy pocos años, la región no tenía ningún prestigio haciendo vino, aunque las raíces de las viñas eran fuertes y resistentes, la uva que producían servía sólo para hacer jugo. Fueron poco a poco injertando viñas europeas, lo que resultó en una excelente combinación, la resistencia de las americanas con la fineza de las segundas, ahora se producen vinos con uvas como chardonnay, gamay, cabernet sauvignon, cabernet franc, merlot, shiraz, divine white...

Cada viñedo guarda sus secretos y experimenta. Por ejemplo, algunos siembran las uvas enfiladas de norte a sur, para que el viento corra entre ellas, otros prefieren hacerlo de este a oeste, lo que le da una diferente forma de asolearse, en fin, que es una región nueva, en la que se vale probar. Han ganado ya bastantes premios internacionales, nos quedamos muy bien impresionados con la calidad de lo que probamos. Muy pero muy recomendables.


Interesante la clase dentro de las cavas, aprendimos algo sobre las barricas, tuestan la madera para darle un aroma y color diferente,


y cada barrica tiene los datos, por ejemplo, esta, muestra un tostado medio en roble, con la tapa y el fondo también tostados, la madera fue moldeada (para darle el curveado) con agua, y el 13 muestra el año de la cosecha. Las barricas tienen una vida útil de 5 años.


Las botellas donde guardan el Brut (champaña sin poderse llamar así por la denominación de origen que tienen en Francia) tienen primero una corcholata, hasta que se asienta la levadura,


las van inclinando, luego la extraen y ya les ponen el corcho que todos conocemos. Por cierto, al abrir la botella para darnos a probar, la mujer quiso lucirse cortándola con una espada, como lo hacía Napoleón, el resultado fue que la botella se rompió, los vidrios salieron por todos lados y de milagro no acabamos con un pedazo en la cara... ya me imagino la demanda que habrían tenido...


En plena clase.


Nos recomendaron como la mejor casa, Stratus, de todas todas cierto. Compramos un par de botellas (amigos del grupo de vinos, ¡¡ya verán!!)


Luego de la degustación urge comer, si uno quiere poder manejar de regreso, aquí un parmentier de res que no tuvo madre, en el tercer lugar que visitamos, Peller,


Ramón extasiado,


Yo igual...


Y para despedirnos de Toronto, una noche espléndida con la Torre CN al fondo.

Besos torontonianos y hasta la próxima!

domingo, 23 de agosto de 2015

Art Gallery of Ontario

Queridos,
Pues seguimos dándole al arte. Esta vez les comparto algo de este, el museo de arte de Toronto, que guarda piezas maravillosas. Empiezo con la obra más importante de Tom Thomson, el Jack Pine, es interesante, este árbol (en vivo) era bastante despreciado, parece que las hojas están cansadas, y no es nada frondoso, pero después de que Thomson lo hizo famoso, ahora se ha vuelto un árbol apreciado aquí.


Harris también tuvo su versión de Jack Pine...


Debo decir que la museografía no nos gustó mucho, los cuadros están amontonados en algunas salas, y casi ninguno tiene la ficha junto, hay que ir a unos manuales que tienen los nombres de cada uno, por eso los siguientes irán sin título ni autor (sorry):


Me encantaron estos dos de niños...


Este siguiente es un Monet, con un detalle de lo más chistoso, lo pintó en el armario de un hotel en Inglaterra, a cambio de no pagar la cuenta. Después de eso, lo sacaron del cuarto y lo pusieron a lucir:


Otros prefieren lavar los platos, cada quien...


Ken Thomson (no es el mismo Thomson), es uno de los grandes coleccionistas de arte del museo, nos llamó mucho la atención esta máquina, un pantógrafo de esculturas, compró el aparato y también una enorme cantidad de esculturitas que se hicieron con él...




Hay varios relieves en marfil como éstos:


Y por cierto, es un museo lleno de miniaturas, miren esta, es una cajita del tamaño de una nuez encarcelada, la usaban para rezar, para la meditación, se perfumaba con lavanda, las pequeñísimas piezas se unían sin pegamento con unos mini palitos:


 Aquí está por atrás:


O esta cajita que mide como dos centímetros, en coral:


Tiene también una preciosa colección de maquetas de barcos, miren éste de marfil:


El edificio por fuera no nos gustó tanto, parece un tanto encerrado, pero tiene una construcción en el segundo piso, con unas vigas de madera formidables:


Una delicia sentarse ahí a tomar un café mientras recupera uno las fuerzas para seguir.

Besos de madera...

viernes, 21 de agosto de 2015

Galería McMichael y el grupo de los Siete

Queridos:
Hace tiempo que Max nos recomendaba visitar este museo, cerca de Toronto. Los museos grandes, si bien llenos de obras, son a veces apabullantes.

Tiene uno a veces la suerte de encontrar estas joyas, colecciones maravillosas en espacios más pequeños, íntimos, cuidados en muchos sentidos, que nos dejan un sabor de boca inigualable. Es el caso de esta galería. Les cuento un poco de historia:

En 1952 Robert y Signe McMichael decidieron comprar 10 acres (cuatro hectáreas aproximadamente) de tierra en el poblado de Kleinburg, Ontario (a una media hora de Toronto). Quisieron construir algo estilo "los pioneros" y lo llamaron Tapawingo.
Empezaron a coleccionar obras de arte de Tom Thomson y el Grupo de los Siete, artistas inspirados en paisajes naturales que evocaban el impresionismo francés, cuya obra se dio en el principio del siglo XX.

Sembraron cada uno de los árboles que hay, y el ambiente es muy especial:




La primera compra de los McMichaels fue Montreal River, de Lawren Harris y Pine Island de Tom Thomson, que es la que les muestro enseguida:


Pero luego se convirtió en su objetivo de vida adquirir la mayor cantidad de obras posibles para hacer honor al trabajo de los artistas canadienses.

Para 1960 cientos de personas visitaban la galería de los McMichaels, que tenía ya 194 obras, algunas compradas y otras donadas generosamente por los artistas.
En 1965, la colección había crecido hasta convertirse en Tesoro Nacional, así que la pareja decidió donarla a la Provincia de Ontario. En julio de 1966, la Colección de Arte McMichael abrió sus puertas oficialmente.

Podría contarles mucho de cada uno de los pintores, pero no quiero cansarlos, si les gustan, busquen en la red, hay muchísima información.

Tom Thomson, que nos parece uno de los mejores, no formó parte del grupo de los Siete, solamente porque murió súbitamente, se ahogó en su canoa apenas cuatro años de haber comenzado a pintar. Una enorme pérdida para el arte canadiense y la humanidad. A pesar del corto tiempo que duró su producción, pintó muchos cuadros, y les mostraré algo más cuando les hable de la Galería de Arte de Ontario, en la siguiente. En esta me concentraré en compartirles un cuadro de cada uno de los otros, todos son hermosísimos:


Spring Garland, Franklin Carmichael


A.J. Casson, White Pine (este cuadro no lo vi, lo saqué de la red para que no faltara ninguno de los Siete, disculpen la mala calidad de la fotografía).


Lawren Harris, Sentinels, 1926. Este pintor fue el más adinerado de todos, y apoyó grandemente el proyecto de los otros, se dice que a él se le debe mucho. Algunos de sus cuadros nos hicieron pensar en el Dr. Atl.




Otro de Harris, para mostrarles el estilo más característico de los demás, Algoma Sketch #2, 1918.


A.K. Jackson, Lake Superior Country, 1918.


Frank Johnston, Moose Pond, 1918.


Arthur Lismer, Pine and Brook, Georgian Bay, 1950.


J.E.H. MacDonald, Woodland Brook, Algoma, 1918.

Aunque hay obras que no se parecen tanto y tal vez más bellas, escogí estas para mostrarles cómo quisieron formar una corriente, que llamaron el Impresionismo Canadiense, que verdaderamente nos da el sabor de este país. Nos fascinaron. 

Sé que no les hago ningún honor a los pintores al mostrarles sólo una fotografía de cada uno. En verdad vale enormemente la pena su obra. Ojalá busquen más para darse idea de la belleza de este grupo, que han enaltecido la pintura canadiense.


Esta humilde cabaña fue el taller de Tom Thomson y la trasladaron al lugar, para poderla mostrar junto con sus obras. Sólo puede visitarse desde afuera.

La visita se lleva un par de horas, pero podría estar allí uno mucho tiempo...

Besos llenos de belleza.





jueves, 20 de agosto de 2015

Toronto Uno

Queridos,
Pues como les decía, ya estamos aquí. Nos ha encantado Toronto, como estamos en un hotel en el centro financiero y el estacionamiento cuesta como si el coche también durmiera en cama, buscamos uno fuera y decidimos usar el transporte público dentro de la ciudad. Es una magnífica manera de "tocar el lugar", ver más de su gente y mirar sus calles con calma, sin el pendiente de dónde estacionar, qué calle tomar, etc. Después de París cualquier ciudad se queda chica, nos pasó igual en Chicago, donde ninguna parada tenía nombre y no se sabía a qué hora llegaría el autobús (o de plano si llegaría). Aquí hay metro y un tranvía muy simpático que hemos tomado varias veces.

Fuimos a la Isla que está enfrente por recomendación de Moni, se toma un barquito y se disfruta pasar un rato viendo el Skyline. Miren:



Por cierto, hay un pequeño aeropuerto pegado a la ciudad pero dentro de la isla, donde vuelan unos aviones pequeños de la línea Porter, y la usamos para ir a Chicago, nos sentimos muy bien tratados (quitando el desastre que fue haber tenido que salir corriendo del Aeropuerto Pearson, del cual creíamos que salíamos, atravesar la ciudad y tomar 4 transportes para llegar a este!! fue la locura...)

Ahorita, ya con calma, qué bonito fue ver a los aviones aterrizar. La siguiente foto muestra uno, a ver si lo encuentran...




Desde el cuarto del hotel podemos ver la torre CN, las luces van cambiando de color cada minuto.


No muy definida la foto, pero con la mejor intención...

Hoy fuimos a las Cataratas, lo que diga es poco, qué experiencia. Como dato cultural, hay un promedio de una muerte por semana en ellas, generalmente por suicidio. Si hasta para morirse hay estilos...


Esta foto está tomada desde la ventana de un restaurante, del Centro de Bienvenida.


Esta otra desde el mismo ángulo, aunque más cerca. El arcoiris siempre aparece, a menos que llueva o sea de noche, dice Ramón.


El barquito es una experiencia indescriptible, pero sólo si hace suficiente calor, si no, puedo asegurarles una buena pulmonía. No se puede tomar foto cuando uno está en medio del agua, ni siquiera se pueden abrir los ojos, es cosa de cerrarlos y llorar de emoción...


Otra cosa que puede hacerse es el Whirpool Aerocar, que es una especie de teleférico que nos llevó por un meandro del río Niágara, donde hay un remolino. Lo vimos a unos 70 metros de altura.



Otra experiencia preciosa es el Mariposario a unos 5 km de las cataratas, donde literalmente hay miles de mariposas volando, se paran en cualquier lado, no puede uno creerlo...

Habrá más Toronto, para compartirles su arte, mientras los dejo con su naturaleza.

Besos torontonianos (cada vez el gentilicio está más chistoso!!)

lunes, 17 de agosto de 2015

Más arte en Chicago

Queridos,
Ya estamos en Toronto, pero al hacer la revisión de las fotos, me di cuenta que tengo cosas hermosas que no puedo dejar de compartir antes de entrar de lleno a lo siguiente.

Así que me permitiré mostrarles unas cuantas más del Instituto de Arte de Chicago y una historia de la arquitectura del barquito, antes de pasar a la siguiente en un par de días.



El combate de Giaour y Hassan, de Eugène Delacroix, 1826.


Camino al mercado, Constant Troyon, 1858.


El esclavo cautivo, de John Philip Simpson, 1827


Bacco alimentando a una pantera, John Deare, 1792.



Este edificio, que creo que es ahora el Hotel Intercontinental tiene esa construcción arriba que originalmente iba a ser para que aterrizaran dirigibles, pero con la tragedia del Hindemburg se acabó el proyecto.


Este edificio tan brillante simplemente me encantó lo que reflejaba, ahi se los dejo...


Un yatecito y por qué no, con su helicóptero para no batallar, no, si hay unos más iguales que otros...



Me apena no poderles dar el autor de estas magníficas esculturas en el Parque Milenium.


Pronto habrá Toronto, con más besos.