sábado, 22 de diciembre de 2018

La Cité du Vin en Burdeos

Queridos,

Pues les decía que este museo del vino vale una buena mañana o tarde. Además de la visita puede uno beber y comer como Dios manda.
Empecemos por el principio:



Ya el edificio le dice a uno que hay que entrar.
Y a la entrada se encuentra uno con la tienda. ¿Sabían que hay un alto porcentaje de personas que no entran a los museos y se quedan sólo en las tiendas? Pues este podría bien ser el caso, ya que la variedad que tienen para los amantes del vino es tal, que habrá quien se apersone sólo para llevarse alguna monadita. Esta pimienta por ejemplo, bañada en vino...


El museo es muy interactivo, y si uno tiene el interés y el tiempo, puede pasar horas y horas escuchando los videos, oliendo cosas diferentes, tomando talleres de iniciación al vino, en fin...
El precio de la entrada incluye un audioguía en el idioma que uno escoja, así que no hay explicación que se le escape a uno...




Hay varios globos terráqueos que se mueven y donde uno pone el dedo hay una explicación del lugar, con toda la historia relacionada con el vino.



Esta imagen por ejemplo, de la producción del vino hace 8,000 años...



Hay muchas salas pequeñas muy bien puestas, con diferentes videos, y con objetos que uno puede tocar. Naturalmente son réplicas, pero es muy interesante sentirse tan en contacto con ellos.


Aquí abajo dos copas diferentes, una muy abierta (casi para someliers), un vaso, y una hermosa vasija.



Este objeto de en medio, es una coladera, y parece que me siguiera; es la tercera vez que la reseño, es de Pompeya de hace dos mil años, pero la vi la primera vez en el Museo Maillol, en París, luego en el Museo de Nápoles, en donde reside, y esta es una copia. Me encanta pensar que ya hace 20 siglos pudiera haber algo tan refinado. Pero hasta ahora sé que era una coladera para el vino...



Estos videos son de lo más ocurrentes, la escenografía está en una caja de madera y pasan pequeñas figuras que se mueven y se cuenta una historia. De estas hay muchas y son muy divertidas.

Aprende también uno la historia de la champaña, que es de lo más interesante. Resulta que hubo un año donde la temperatura subió de forma muy drástica, y el vino se llenó de burbujas. Por supuesto al principio les pareció bastante mal, aunque hubo algunos a los que les gustó. Primero, fue muy difícil repetir el proceso, pero en cuanto lo lograron empezaron con una pequeña producción. En 1720 se produjeron 200 botellas, pero para 1789 la producción había aumentado a 200,000. Típico accidente de la naturaleza, que bien aprovechado se vuelve una increíble oportunidad.




Cuentan también de una enfermedad que tuvieron los viñedos en 1885, por un pulgón que vino de América y que acabó con todo. Miren la diferencia en la producción de una década a otra.



Se hicieron todo tipo de intentos para matar el pulgón, desde polvo de pimienta o pólvora hasta rezos y agua de Lourdes. Nada funcionó.

Hubo entonces un concurso, donde se ofreció una fuerte suma de dinero para quien resolviera el problema. La solución la acabó dando alguien que trajo una planta de Estados Unidos, porque la planta allá sí resistía el pulgón,  así que se hizo un injerto, en el que las raíces eran americanas, y las uvas salían en las plantas francesas, y así se resolvió el problema.


Pasa uno después a la parte más "experimental", donde se puede aprender a distinguir los diferentes olores que componen un aroma más complejo, aquí por ejemplo, se pueden oler los tres por separado y luego la combinación.



Miren estos de arriba, puede uno oler incienso, cuero, tierra, hongos, en fin...


Hablan también de las "texturas",  palabras con las que a veces se define el vino y cuesta trabajo entenderlas, pero con los objetos frente a uno, es más fácil imaginar que el vino le haga eso en la boca o garganta.

Tómense un momento para reírse un rato como lo hice yo, con este texto, sobre  " el arte de escupir ".




Hay también una larga explicación sobre el corcho y lo que implicó en el arte de almacenar el vino, que por supuesto no pudo ser en un principio. Durante siglos se almacenaba en las barricas y la gente iba con su recipiente a comprarlo.


En esta imagen de arriba se ve el árbol del corcho, se aprovecha la corteza y un par de centímetros más del tronco.

Abajo se ven las 'láminas' enteras, de donde se sacan las piezas.


Cuando aumentó la producción de botellas de vidrio (esto a nivel popular, es decir que el precio bajó suficiente para que más personas pudieran adquirirlas, empezó en Inglaterra y de allí pasó a Francia) y luego a éstas se les pudo poner un corcho para conservar el vino, es cuando realmente la producción dio un enorme paso. Hubo un tiempo en París por ejemplo, que la población era de 200,000 personas y se consumía la misma cantidad de litros de vino por año...

Por cierto, la mayor producción de corcho del mundo la tiene Portugal.

Hay otra parte del museo que tiene muchas imágenes de las nuevas casas donde se produce el vino, que se han puesto de moda para que la gente vaya a aprender del proceso, a beber bien, e incluso a hospedarse. La arquitectura se ha hecho mucho más sofisticada, y el negocio ha crecido exponencialmente. Miren por ejemplo, esta, de Marqués del Riscal:



Para todo hay mercado, siendo tantos en el planeta...

Y como íbamos con tiempo y ganas, nos inscribimos en un pequeño taller de aprendizaje. Aquí Ramoncito muy concentrado:




Aprende uno cosas interesantes, ya les contaremos con una copa en la mano, cuando tengamos la oportunidad...

La visita termina con una degustación en el séptimo piso, con la vista del Río Garona. Hay un buen restaurante, Le 7, al que no fuimos, pero se ve bastante recomendable.





En la planta baja, se puede también probar de todo, y por supuesto, llevarse cuanta botella quiera uno.


Salud y besos báquicos.


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