Ya que el frío está entrando en todos lados, les comparto esta visita que hicimos a Alsacia con sus mercados navideños o "Marché Noël". Un poco de historia:
La historia de los Mercados de Navidad se remonta a la Edad Media, en la Europa germánica, fue el mercado de Navidad de Dresden el primer mercado navideño del que se tiene constancia, en el año 1434.
En los años siguientes surgen ya otros mercados de Navidad en otros lugares de Alemania y centro Europa, destacando los mercados de Navidad de Alemania, Austria y Alsacia.
Estos mercados de Navidad se colocan tradicionalmente durante la época de Adviento, y reciben el nombre de Weihnachstmarkt. Antiguamente, lo que se pretendía con estos mercados o mercadillos de Navidad era conseguir un lugar cálido para dar cobijo a los habitantes del lugar y soportar mejor el frio invierno, lugares donde se servía vino caliente, anís, posteriormente se convirtió en tradición, y en la actualidad muchas de las plazas principales de pueblos y ciudades de Alemania, Austria, Alsacia, Países Bajos, Rep. Checa, Francia, tienen su mercado de Navidad propio, plazas convertidas en galerías comerciales al aire libre, el colorido, los olores, las sensaciones son únicas y apropiadas a estas fechas navideñas.
El viaje comenzó en Estrasburgo, que tanto nos gustó en marzo, ahora convertida en ciudad navideña se disfruta aún más:
Esta callecita, en la Pequeña Francia, con las luces que caracterizan la época...
Aquí la Plaza Kleber, y abajo su inmenso árbol de navidad.
Nos llamó la atención esta calle, llena de candelabros diferentes,
La preciosa catedral se goza más con un vino caliente en la mano...
En los mercados se encuentran principalmente productos de la época, para adornar el árbol, o Nacimientos,
Y aunque después de visitar varios uno siente que todos se parecen, cada uno tiene puestos que venden artículos de la región, hechos directamente por los artesanos o los productores, que siempre es un placer encontrar:
Después de Estrasburgo nos fuimos a Colmar. Ya nos habían recomendado mucho esta ciudad, y debo reconocer que había tanta gente que nos costó trabajo disfrutarla. Por supuesto el tema de estacionar un coche cerca se vuelve imposible, aunque están muy bien organizados, uno lo deja a unos kilómetros y hay autobuses que hacen el recorrido cada cierto tiempo para no saturar aún más el espacio.
Aquí el ejemplo del mercado, como pueden ver, difícilmente llega uno al puesto deseado...
En la plaza principal se encuentra la iglesia de San Martín, construida en el Siglo XII como románica, pero en 1360 tuvo algunas modificaciones y se acercó al estilo gótico, como la vemos ahora. Una imagen más:
Después de darle una vuelta al mercado, entre empujones, fuimos a buscar la pista de patinaje en hielo, porque Ramón extraña mucho el Zócalo de la Ciudad de México en invierno...
Aquí obviamente con otro clima y condiciones...
El sol se mete a las 5 de la tarde, pero la diversión se acaba a las 9 de la noche, cuando cierran los puestos.
Una de las plazas adornadas...
Como ese fin de semana (principios de diciembre) empezaban los mercados navideños de la región, no había hoteles disponibles en ningún lado, y encontramos una habitación en Mulhouse, más al este, con menos gente. Al irse acercando al centro van sorprendiendo los coloridos en todos lados:
Aquí la catedral:
El mercado mucho menos concurrido y por lo tanto más disfrutable.
Aquí otra imagen de la catedral, de día:
Frente a la catedral, está la Plaza de Guillermo Tell, un personaje legendario de la independencia suiza en el Siglo XIV. Aquí la leyenda:
Guillermo Tell era un habitante de Bürglen (pueblo del cantón suizo de Uri), ballestero, famoso por su puntería, de finales del siglo XIII y principios del XIV. En aquella época, la Casa de Habsburgo se había anexionado recientemente algunos cantones suizos en su intento de conseguir la contigüidad territorial entre sus posesiones en el alto Rin y las del Tirol.
Cierto día en el que Guillermo Tell, que hasta entonces no había desarrollado ninguna actividad política, pasaba por la plaza mayor de Altdorf acompañado por su hijo, rehusó inclinarse en señal de respeto ante el sombrero instalado en la plaza simbolizando al soberano de la Casa de Habsburgo.
Ante tal muestra de rebeldía ante su legítimo señor, el gobernador de Altdorf, Hermann Gessler, presentado como un individuo colérico y sanguinario, detuvo a Tell. Habiendo llegado a sus oídos noticia de su fama como ballestero, le obligó a disparar su ballesta contra una manzana colocada sobre la cabeza de su propio hijo, el cual se hallaba a 100 pasos de distancia. Si Tell acertaba, sería librado de cualquier cargo. Si no lo hacía, sería condenado a muerte.
Tell intentó en vano que Gessler cambiara su castigo, de modo que introdujo dos flechas en su ballesta, apuntó y gracias a su habilidad como ballestero consiguió acertar en la manzana sin herir a su hijo. Cuando el gobernador le preguntó la razón de la segunda flecha, Guillermo Tell le contestó que estaba dirigida al corazón del malvado gobernador en caso de que la primera hubiera herido a su hijo.
Enfurecido por la respuesta, volvió a detenerlo y mandó que lo encarcelaran en el castillo de Küssnacht. En el camino al castillo, a través del lago de los Cuatro Cantones, estalló durante la travesía una tormenta que a punto estuvo de echar a pique la nave. Tell, desatado por los guardianes para que pudiera llevarlos a tierra, se hizo con el control del barco y logró llevarlo a la orilla, salvando así su vida y la de los demás ocupantes de la barca, entre los que se encontraba el propio Gessler.
Apenas desembarcado, Guillermo Tell huyó, tendiendo poco después una emboscada al gobernador y matándolo con su segunda flecha. Este hecho marcaría el comienzo de la sublevación de los cantones suizos de Uri, Schwyz y Unterwalden contra los Habsburgo, convirtiéndose en un mito fundamental en la lucha de Suiza por su independencia.
Esta siguiente imagen, bastante fea, la pongo porque le llamó la atención a Ramón ver este artefacto en la escalera de la entrada de una casa, me cuenta que en Canadá todas las entrada tenían algo así para limpiarse la nieve y el lodo de los zapatos...
Y bueno, aquí yo muy pertrechada del frío...
El último lugar que tocamos en nuestro recorrido fue Riquewihr, un pueblo que forma parte de la Ruta del Vino alsaciano. Todos los alrededores están llenos de viñedos, en esta época secos. Este fue el lugar que más nos gustó y se darán cuenta por qué, un lugar de cuento:
En fin, que con este paseo nos transportamos unos siglos y compartimos con sus habitantes el frío junto con el calor humano.
Besos alsacianos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario