domingo, 10 de diciembre de 2017

Madrid, Madrid, Madrid...

Queridos,

Se me metió en la cabeza desde hace ya un tiempo, obtener mi DNI español (Documento Nacional de Identidad), el equivalente al IFE (ahora INE) mexicano. Primero, por puro orgullo, para tener en mi bolsa una credencial que me convierte en más española aún (pura imagen mental), pero sobre todo, porque con él se puede viajar por toda Europa sin pasaporte.
Como en todo, hay que darle... había que empezar por actualizar el acta de nacimiento que me dio la Embajada española hace unos años, sacar un certificado de residencia, trámites que hice por correo, después de unas cuantas visitas al consulado.

A partir de allí, se requería de una "madrina", es decir, alguien con DNI que quisiera sacar la cita por mí y acompañarme a hacer el trámite. Quién mejor que mi amiga María, generosa y dispuesta, que se aventó el boleto y además me hospedó en su casa.

Pues con cita y papeles en mano, saqué boleto y me lancé. Aproveché para conocer e invitar a cenar al tutor del doctorado de Juan, Manolo Rodríguez y su esposa Pilar. Aconsejados por César, escogimos la Casa Botín, que es un restaurante de Madrid que figura en el Libro Guinness de los Records como el más antiguo del mundo.​ 
Fue fundado por el francés Jean Botin y su esposa en el año 1725 como fonda cerca de la Cava Baja, con el nombre de Fonda Española,​ también conocida como Hostería Botín.​ El edificio en el que se conserva, presenta una fachada de ladrillos con vista clásica del siglo XVI y ocupa cuatro plantas del mismo. La cocina es tradicional castellana. Miren la foto (de la red):



Debo decir que el dato de que Casa Botín es el restaurante más antiguo del mundo, choca con la información acerca del Procope, el restaurante de París que presume algo parecido. Lo reseñaré en su momento.

Bueno, pues les cuento que además de comer delicioso, al final llegó a amenizar una Tuna (que me recordó tanto a mi época de estudiantinas) y me hizo sentir joven y feliz. Aquí la imagen de Juan con Manolo y Pilar:






Y aquí yo feliz y orgullosa...

A la mañana siguiente, muy temprano, ya estábamos en la Policía haciendo el trámite del DNI. En 20 minutos salí con credencial en mano:



 y aquí muy contentas las dos, labor cumplida.



El resto del día lo pasé caminando por el centro, que siempre es un placer. Llegué a la Plaza Mayor y me pedí un gazpacho andaluz que me recordó el tiempo en que, a los 15 años vine a conocer a mi familia:



Un par de imágenes de la Plaza:




Aquí el Museo del Jamón, que desde que abre sus puertas se ve así,



y aquí algunos de sus rincones:






Estas dos imágenes de arriba son de la Parroquia de la Santa Cruz, 


Esta foto de arriba es un teatro donde había una obra de los locos Adams, me gustó la puerta...

Aunque fue un viaje relámpago, amenizado por dos días que ya reseñaré, María y yo nos fuimos a caminar al Parque del Retiro, muy cerca de su casa, donde se encuentra el hermoso Palacio de Cristal. Fue construido en 1887 con motivo de la Exposición de las Islas Filipinas, celebrada ese mismo año. En la actualidad en su interior se realizan exposiciones de arte contemporáneo.




Aquí el Palacio más de cerca:



Me recuerda a la estructura del Grand Palais, casi de la misma época.

Casi frente a casa de María, en el barrio de la Castellana, están "Las tres carabelas", versión moderna, que me gustaron, tanto de día como de noche:






Y por supuesto, cómo no hacer una reverencia a la gran Puerta de Alcalá:



Juan me llevó a ver una exposición de fotografía, de la casa Magnum. Aquí lo que dice la exposición:

Las hojas de contactos son la primera impresión de los negativos y aportan una valiosísima información tanto para los fotógrafos como para los editores gráficos a la hora de evaluar el proceso de creación de las imágenes y elegir las mejores.
Como documento de trabajo que son, las hojas de contacto no se concibieron para ser mostradas y muchos fotógrafos son reacios a exhibirlas pues, en cierta manera, dejan al descubierto su proceso creativo. Este es el caso de esta exposición que permite adentrarnos en la historia detrás de algunas de las imágenes más icónicas de los fotoperiodistas de la mítica agencia Magnum como Robert Capa, Henri Cartier-Bresson, David ‘Chim’ Seymour, Werner Bischof, Marc Riboud, Eve Arnold, René Burri, Jim Goldberg, Susan Meiselas, Hiroji Kubota, Steve McCurry, Jean Gaumy, Paolo Pellegrin o Cristina García Rodero.

La exposición muestra cerca de un centenar fotografías obra de 65 de los más destacados fotoperiodistas de Magnum. Las imágenes retratan episodios clave del último siglo acompañadas por sus correspondientes hojas de contacto y por documentos que ayudan a situar cada fotografía en su contexto.




La única foto que se podía  tomar fue aquí, detrás de un gran cartel donde uno podía "ponerse para la foto", dentro de una real, en Nueva York en los 30s, ¿se imaginan la escena de ver una llama dentro de un coche?




Y claro, ya con la tecnología hacemos lo que queremos con la foto...

De regreso de la exposición nos topamos con esta estatua, de Don Blas de Lezo y Olavarrieta, que fue un almirante español (1689-1741) conocido por la singular estampa que le dieron sus numerosas heridas de guerra,​ considerado uno de los mejores estrategas de la historia de la Armada Española​ y famoso por dirigir, junto con el virrey Sebastián de Eslava, la defensa de Cartagena de Indias durante el asedio británico de 1741.




Besos castizos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario