Pues sigo con el relato y las hermosas imágenes que nos regaló este viaje. En Friburgo rentamos un coche para recorrer la zona.
La siguiente parada fue Constanza, ya en pleno lago. Les doy algunos datos:
El lago de Constanza (en alemán, Bodensee) está rodeado por Alemania, Austria y Suiza. Su superficie es de 536 km² y el nivel medio está a 395 m de altitud. El río Rin entra en el lago por el sureste cerca de Bregenz (Austria) (en la parte inferior derecha de la foto), y sale del lago por el oeste en Stein am Rhein (Suiza).1
En su área de influencia viven alrededor de 2,5 millones de personas, mayoritariamente de habla alemana.
Una toma de satélite nos muestra el lago:
La ciudad de Constanza tiene unos 83,000 habitantes y es la más grande a orillas del lago.
Recorrimos, como siempre, sus principales callecitas para sorprendernos con estas imágenes:
Este parece ser el Quetzalcóatl europeo.
Nos llamó la atención lo sencillo y moderno de esa fuente.
Aquí comprobando que Ramoncito sí toma agua a veces...
Y esta siguiente con cara de "yo quiero"
La plaza de la catedral es muy bonita, amplia, y como ven, básicamente vacía:
Algo sobre la catedral:
La Catedral de Constanza1 (en alemán: Konstanzer Münster)2 es un edificio histórico en Constanza,3 al sur de Alemania,4 que sirve como proto-catedral de la antigua diócesis católica de Constanza (disuelta en 1821).
La primera mención de una iglesia en Konstanz dedicada a la Virgen María data del 615. A mediados del siglo VIII, se confirma en un documento que la iglesia fue llamada Ecclesia Sanctae Mariae urbis Constantiae. Inlcuso Carlomagno la menciona en el año 780.
Se inició en 1962 la restauración del interior y el exterior de la catedral, y se concluyó en 2010. En 1966, se fabricaron doce nuevas campanas, una donación del estado de Baden-Wurttemberg.
Y caminando se nos hizo de noche, aquí una imagen de la torre de la estación del tren, frente al hotel:
Después de gozar esta ciudad, la emprendimos rumbo a Meersburg, del otro lado del lago. Gracias a la tecnología (y mi falta de pericia en ella), en vez de por tierra, acabamos en la fila del ferry que nos cruzó con todo y coche:
Y pues, qué otra, a gozar del paisaje...
Así que en vez de 40 minutos de recorrido, en 11 habíamos cruzado el lago.
Era 17 de abril, el cumpleaños era el 18, así que el festejo empezó desde ese día.
Me quedé prendada de Meersburg. Cómo me encantaría retirarme en un lugar así. Qué privilegio tienen en algunos países europeos, con un retiro relativamente digno y estos lugares para pasear...
Encontramos un pequeño hotel en lo alto, con una vista privilegiada, miren lo que teníamos frente a los ojos en la ventana del cuarto (el hotel tenía sus propios viñedos):
No, pues así sí.
Después de un buen rato de sol, vista, y descanso, nos fuimos caminando al pueblo, bajando por las callecitas. En el jardín de junto al hotel pastaban tranquilamente tres borregos que hasta nombre tenían:
Jade, Lolo y Momo. Por qué no...
Y en el camino, hermosos detalles, como esta casita de pájaros:
Pues les decía que me quedé enamorada del pueblito. Por lo pronto, encontramos un restaurante cuya terraza nos dejaba ver el agua, y con una buena copa de vino en la mano, nos tomamos el pescado más fresco que recuerde:
Veo la imagen y todavía huele...
Ya bien comiditos recorrimos su plaza y sus calles encantadoras:
La zona está llena de tiendas de cucus, me acordé mucho de mi hijo Juan, que cuando era chico veía uno y se iba tras él:
Los aparadores siempre con objetos bellos y originales, como esta escultura que nos encantó.
Me llamó mucho la atención ver esto, una carreola para perros (sin palabras):
Y de regreso al hotel, para recordar el último día de la década de los 60s, un atardecer memorable:
Pues para el desayuno, le reservaron al cumpleañero la mejor mesa:
Desayuno ¡ con champaña !
Aunque no es precisamente champaña, sino el espumoso cosechado precisamente en los viñedos del hotel. Pero nos supo igual de bueno.
Y esta imagen se las comparto porque nos divirtió bastante; resulta que en su muy puro alemán Ramón pidió de desayuno un huevo (uno sólo) con tocino. El resultado del manejo del idioma fue esto:
Tres huevos y con cebollín. Se los dejo a Ustedes.
Besos felices.
Felicidad compartida.
ResponderEliminarPues una vez más, felicidades, Ramón! muy padre tu reseña, Maricarmen, qué lugar para celebrar! Saludos!
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