Queridos,
Con esta terminamos el viaje.
Después de Meersburg, y ya el mero día del cumpleaños, llegamos a Lindau.
Ramón había estado allí hace casi 40 años, y tenía muy bonitos recuerdos, algunos un poco "edulcorados", como aquel de que el lugar estaba lleno de tiendas de cristal cortado. Cuando llegamos resulta que no había tal, pero de todos modos nos pareció hermoso. Había en toda la región un congreso de psicoterapia, así que todos los hoteles estaban llenos, y las calles de lo más vivas.
El faro y el león es lo primero que uno ve frente al hotel. Ya empieza bien...
Y ni qué decir en el atardecer...
Nos fuimos, como siempre, a recorrer el zócalo y las callecitas.
Estos dos hermosos edificios, muy alemanes, en pleno zócalo.
No importa por dónde decida uno caminar, se encuentra con rincones y escenas que lo alegran.
Y a las 6 de la tarde, hora en que nació Ramoncito, fuimos a comer para celebrar una vida bien vivida...
Este pescado en la mañana no tenía idea de que acabaría en mi plato. Un festín.
Al día siguiente tomamos el barco que en hora y media nos dio una vuelta por el lago, (no llegamos a todos los puntos), y desde el agua el lugar luce aún más.
Ya en el trayecto, encontramos lugares de sueño...
Y aunque si seguimos así acabaremos en AA, no puede uno dejar de brindar por estos privilegios:
Al fondo, y aunque no lo visitamos a pesar de lo cerca que está de Lindau, se ve Bregenz, ya en Austria.
Y ya de regreso, me di cuenta de un detalle que me encantó. Para quienes de niñas leímos Rapunzel, ahora puedo asegurarles que aquí vivió.
Después de dos días en Lindau, y ya viendo terminarse nuestro viaje, tomamos camino de regreso para quedar lo más cerca posible de Friburgo, ya que había que tomar dos trenes (Friburgo-Estrasburgo-París) el mismo día. Encontramos un pueblito de sueño: Titisee. El lugar no tiene más de dos cuadras, pero está lleno de hoteles frente al lago, y parece que es muy socorrido en invierno porque está cerca de unas buenas pistas de esquí.
Aquí la vista al lago desde el hotel.
Al estacionar el coche nos dio mucha risa encontrar este otro, con un letrero en la pared que no sé si alcanzan a ver: ESTACIONAMIENTO EXCLUSIVO PARA MASERATI. En pocas palabras, "no te metas con mi cucu".
Claro que uno se quita...
Al día siguiente un pájaro nos despertó con un concierto. Al asomarnos a la ventana lo pudimos capturar en esta foto:
Y así terminó el viaje. Vida nada me debes...
Besos mágicos.
Bien vivida. Bien vívida. Felicidades.
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