Para quien me sigue hace años, en nuestra primera estancia aquí en París reseñé el otro Museo del Perfume, que tiene Fragonard, una compañía que produce fragancias que no se venden en todo el mundo, más bien las encuentra uno en Francia.
Este nuevo museo, que abrió sus puertas el 16 de diciembre de 2016 en el número 73 de la Rue Faubourg Saint Honoré, ofrece un recorrido con tres etapas: La historia del Perfume, en donde podemos sumergirnos no sólo a los datos, sino a olores a los que normalmente no tenemos acceso.
Por cierto, un poco de historia del perfume:
El origen del perfume permanece envuelto en un aura de misterio y sólo se ha logrado rastrear hasta el antiguo Egipto.
El incienso (que proviene del latín y quiere decir 'a través del humo') y la mirra eran los ingredientes básicos que los egipcios utilizaban para aromatizar sus ceremonias, curaciones y como complemento de la belleza en las mujeres. Su costumbre era quemar el incienso al atardecer mientras realizaban sus oraciones. Por su parte, las egipcias usaban el perfume en unos conos que se ponían sobre la cabeza y que emanaban el delicioso aroma.
Además tenían todo un proceso de elaboración de perfumes que consistía en impregnar los pétalos de rosa en una grasa que ayudaba a la preservación de la fragancia. También acostumbraban macerar las plantas aromáticas en un aceite, y posteriormente colaban el líquido producido en una tela.
Más tarde, las griegas heredaron estas técnicas, pero además las mejoraron. Los griegos, que consideraban el perfume como un don de Venus, usaban un aroma diferente para cada parte del cuerpo: menta para los brazos, mejorana para los cabellos, aceite de palma para el pecho, tomillo para las rodillas y aceite de orégano para las piernas y los pies, entre otros.
Los romanos importaban la materia prima como la mirra y el incienso de Arabia y traían otras sustancias mágicas de la India. Ellos se excedían en su uso y echaban perfume en las paredes, en el suelo, a los caballos y a los perros, e incluso a los ejércitos.
Cuando cayó el Imperio Romano, también cayó la costumbre del perfume en Occidente. La tradición permaneció únicamente en Arabia, donde se desarrollaron técnicas de destilación de plantas en masa. Bagdad se convirtió en la ciudad de las mil y una fragancias. Descubrieron más ingredientes como el almizcle, el cual mezclaban con argamaza para las construcciones de palacios y mezquitas.
Durante la Edad Media, en la época de las Cruzadas, el intercambio comercial entre Oriente y Occidente se acentuó. Fue en ese momento que el perfume se redescubrió, traído por los cruzados.
El primer perfume elaborado con fines comerciales data del siglo XIV, y se conoció en aquel entonces como Agua de Reina o Agua admirable, nombres que le dio su creador, el químico y comerciante italiano Juan María Farina, quien en 1709 se estableció en Colonia, una ciudad del imperio Prusiano.
En estos recipientes puede uno oler diferentes esencias de la antigüedad, como la mirra.
En espacios muy cuidados y con una luz moderada, vemos estos pequeños perfumeros...
Fue hasta el siglo XVI, que se esparció realmente su uso, gracias a Catalina de Médicis, quien impuso la moda del perfume en París.
Posteriormente, con la Revolución Industrial, el perfume se comercializa a gran escala. Los perfumistas se especializan en química para desarrollar mejor sus productos, y más que una moda, los perfumes se volvieron un requisito en el ideal estético hasta la fecha.
A principios del siglo XX, los perfumes se daban como regalo en las tiendas de ropa, pero después empezaron a venderlo y en cuestión de unos cuantos años ya se abrieron casas exclusivas de perfumes. La primera de éstas fue fundada por Jeanne Lanvin.
Con el tiempo se desarrollaron mejores técnicas y se descubrieron nuevos ingredientes para la fabricación del perfume y hoy es una industria que hace circular millones de dólares y de la que los diseñadores dependen más, incluso que de sus diseños de ropa.
Un dato curioso: Según el novelista Alejandro Dumas (hijo), por esa época todo el mundo se bañaba en perfumes excepto los filósofos, que preferían diferenciarse por su mal olor, aunque muchos de ellos sucumbieron también en la tentación de usarlos.
La palabra Perfume, por cierto, viene del latín "per fumum" a través del humo, para hablar de su naturaleza etérea.
Como les decía, la luz en esta parte histórica es muy tenue, y todos los objetos están cubiertos en vidrio, lo que hace muy difícil fotografiarlos. Aquí una imagen de la Perfumería Millot, una tarjeta postal de principios del siglo XX.
Aquí otra, tomada de la red, de la perfumería Coudray:
Aquí otra, tomada de la red, de la perfumería Coudray:
La segunda etapa del museo es un nuevo concepto "sensorial" e interactivo. El piso de arriba nos sumerge en esa experiencia.
Por ejemplo, podemos oler las tres moléculas que componen el aroma de la rosa:
-El Citronelol, (o dihidrogeraniol, que es un monoterpenoide natural que se encuentra en el aceite esencial de la citronela),
-El alcohol fenil etílico
-El eugenol, (o esencia de clavo), que huele literalmente a consultorio de dentista.
Increíble que uniendo estas tres lo que logren es el olor a ROSA.
De sorpresas como estas se encuentra lleno el lugar.
La colección de materiales
En esta sección el museo presenta 25 materiales odorantes que constituyen la paleta básica de la perfumería: el nardo, la madera de sándalo, el azahar, entre otras, pero también moléculas sintéticas que revolucionaron la historia del perfume como el aldehído C11 sin el cual el Chanel número 5 no existiría. Unas estructuras suspendidas presentan estos olores en forma de esferas metálicas de las cuales se difunde un aroma. Después se puede escuchar una explicación auditiva en varias lenguas sobre su aporte a la perfumería.
En esta sección el museo presenta 25 materiales odorantes que constituyen la paleta básica de la perfumería: el nardo, la madera de sándalo, el azahar, entre otras, pero también moléculas sintéticas que revolucionaron la historia del perfume como el aldehído C11 sin el cual el Chanel número 5 no existiría. Unas estructuras suspendidas presentan estos olores en forma de esferas metálicas de las cuales se difunde un aroma. Después se puede escuchar una explicación auditiva en varias lenguas sobre su aporte a la perfumería.
Aquí me pasé más de media hora, tomando cada uno de los aromas (se toma esa bola, se huele y luego empieza la grabación) y escuchando la explicación y sabiendo en qué perfumes se usan:
En esta otra sección puede uno adivinar olores...
Una imagen del proceso de destilación:
Aunque aquí no se muestra, recuerdo en el otro museo cómo extraían el aroma de las flores o hierbas, acomodando los pétalos en grasa... (esta imagen de abajo la tomé de la red):
En una de las salas hay varios videos donde entrevistan a varios perfumeros. Me impresionó mucho la maestría para oler diferentes aromas simultáneamente, en la creación de los nuevos perfumes.
Esos papeles blancos que se ven abajo son parecidos a los que nos dan en una tienda con una fragancia. Ponen diversos aromas, y los mueven todos juntos...
En la tercera etapa se ofrecen talleres sensoriales, incluso para crear sus propios perfumes. Para esto hay que inscribirse y volver otro día...
Al final, no puede faltar la tienda, hermosa, imposible que no se le pegue a uno algo:
Besos aromáticos.
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