Pues seguimos con el Báltico, y llegamos a Tallin, la capital de Estonia.
Un poco de historia:
Ocupa una superficie de 159,2 km² en los que habitan 446.055 habitantes, lo que la convierte en la ciudad más poblada de Estonia (con 1,300,700 habitantes) y su principal puerto. Está situada en la costa norte del país, a orillas del golfo de Finlandia, a 80 km al sur de Helsinki.
Tallin es el centro político y económico del Estado. La ciudad alberga la sede del Riigikogu (Parlamento de Estonia), el palacio presidencial y los ministerios. Además, en ella se encuentran radicadas la bolsa y las principales empresas del país.
La ciudad surgió como un puerto comercial en la ruta marítima que unía Europa Occidental con Rusia y conoció su máximo apogeo como ciudad hanseática en plena Edad Media. Tras la independencia de Estonia en 1991 Tallin ha vuelto a resurgir, esta vez por medio del turismo y la apuesta firme por las nuevas tecnologías.
Dada su geografía, como punto estratégico entre Escandinavia y Rusia, ha estado en diferentes épocas en poder de los suecos, daneses, alemanes y rusos.
Como ya es nuestra costumbre, al bajarnos del barco tomamos el Turibus (Hop-on hop-off, que en este caso tiene 3 recorridos), desde nos dimos cuenta de lo que podía ser interesante. Ciertamente hay bastante del primer recorrido que nos pareció anodino, y después de todo el trayecto nos bajamos cerca del centro, que le llaman Ciudad Vieja.
o por otras callecitas más escondidas,
Como les decía, mucho del interés se encuentra en esta zona. Compartimos un rato con Fabián y Fer,
Fabián ya conocía y nos recomendó el restaurante Draakon, donde puede uno comer como si estuviera en la época medieval,
comiendo con las manos si hace falta...
Como no teníamos hambre, me conformé con "moverle a la sopa".
Hay muchas cosas que hacer en Tallin (que nosotros no hicimos), museos, paseos, parques, iglesias...
Nos limitamos a darle una vuelta a la ciudad vieja y a "sentir" el lugar. Y así uno siempre acaba encontrando cosas interesantes y divertidas.
Esta callecita estaba llena de tiendas de artesanos de la región, de lana, cuero, fierro o cerámica, como esta señora a la que le compramos un par de piezas y nos las envolvió muy orgullosa, enseñándole a su hija cómo hacerlo:
También nos mostró un libro en el que expone la calidad de su trabajo.
Otros rincones lindos:
Aquí pensando en nuestros perros salchichas queridos (y ya en otra vida...).
Tomamos de nuevo el Turibús y esta vez nos llevó por una parte más moderna de la ciudad, con casas muy bonitas, en medio del bosque, y una de las paradas es la Torre de la Televisión, a la cual se puede subir (aunque no lo hicimos), esta foto de la red:
Otra escultura que nos gustó fue la Russalka (esta imagen también de la red, porque desde el autobús estaba difícil):
Esta, más moderna nos llamó aún más la atención, no tanto por su belleza, sino por su significado:
Es un homenaje a Charles Leroux, un paracaidista americano que se lanzaba desde un globo aerostático. Nació en Connecticut en 1856, y murió aquí en Tallin, el 12 de septiembre de 1889. Había tenido un exitosa gira por Europa y esta sería su última exhibición. Los vientos estaban muy fuertes, y a pesar de esto, aprovechando una pequeña mejora en el clima, decidió lanzarse. El paracaídas no se abrió y eso acabó con su vida. La escultura entonces, es precisamente la imagen de ese paracaídas enredado...
Terminamos el recorrido con esta imagen del puerto de Tallin:
Besos estonios.
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