Y seguimos en Rusia. Esta vez llegamos a San Petersburgo. Aquí, dado que no teníamos visa, sólo podíamos pasear con un guía (que iba pendiente de todos), y decidimos entrar al Hermitage. Nuestro segundo paseo iba a ser una cena en el barquito que nos llevaba por las principales atracciones cerca del río, pero por razones desconocidas cancelaron este tour, así que al final fuimos dos veces al museo. La primera vez, y por una gran suerte, estaba cerrado al público, y lo abrieron sólo para nuestro grupo.
El segundo día por comparación pudimos darnos cuenta del privilegio que eso representó. Por otro lado, y como sólo podíamos visitarlo acompañados por el guía, el recorrido tocaba los "high lights", de manera que vimos lo que ellos decidieron. Pero aún así nos mostraron cosas hermosas.
Un poco de historia:
Su nombre significa "Refugio del Ermitaño". Es una de las mayores pinacotecas y museos de antigüedades del mundo. La colección del museo ocupa un complejo formado por seis edificios situados a la orilla del río Neva, siendo el más importante de estos el Palacio de Invierno, residencia oficial de los antiguos zares.
Aquí una imagen del Palacio, tomada de la red:
El resto del complejo arquitectónico lo forman cinco edificios, entre los que se encuentran el Palacio Menshikov, el Edificio del Estado Mayor y un recinto para almacenamiento abierto. El museo se formó con la colección privada que fueron adquiriendo los zares durante varios siglos, y no fue sino hasta 1917 cuando fue declarado Museo Estatal.
Su colección, formada por más de tres millones de piezas, abarca desde antigüedades romanas y griegas, a cuadros y esculturas de la Europea Occidental, arte oriental, piezas arqueológicas, arte ruso, joyas o armas. Su pinacoteca está considerada una de las más completas del mundo.
Ya el pasillo de entrada nos muestra esplendor...
y sólo mejora...
Nos llevaron a una exposición temporal de trajes en la época imperial:
Ya me puedo imaginar lo que era ir caminando dentro de algo así...
Este candelabro, de unas cuantas toneladas, subía y bajaba para encender las velas, un sistema muy avanzado para la época.
Miren el detalle de estas puertas de carey y oro:
Algunas obras hermosas que vimos en la pasada...
Esta me sorprendió, ¡ estaba debajo de una mesa ! que seguramente en los eventos tendría mantel...
Vimos varias maravillas de Rembrandt (una cantidad sorprendente, como en ningún otro museo), entre ellos este cuadro, El regreso del hijo pródigo, que hace años quería ver.
Retrato de anciana.
Este, de Constantino Van Resen, El desprecio de Hagar, de la misma época y escuela de Rembrandt.
También vimos varios de "La Vedutta", una época en Venecia donde la pintura adquirió una exactitud formidable, gracias a que se hacían con una Cámara Oscura, que reflejaba la imagen a través de espejos, sobre un papel blanco, en la que casi se calcaba la imagen, para luego darle color. Algunos de sus representantes fueron Antonio Canal (Canaletto), Francisco Guardi y Bernardo Bellotto. (He abordado el tema de la Vedutta antes, porque me apasiona). Aquí algunas de las obras:
Este de arriba, de Canaletto, La recepción del embajador francés en Venecia, de 1774. Ojalá puedan apreciar los detalles, dan una idea clara de lo que era la vida de la época.
Abajo, de Bernardo Bellotto, Pirna, desde el costado derecho del Elba, de 1768.
Este de abajo, también de Bernando Bellotto, El Nuevo Mercado en Dresden. de 1761. Algo interesante que supimos es que, dada la destrucción total de Dresden en la Segunda Guerra Mundial, fue gracias a los cuadros de la Vedutta, que se pudo reconstruir.
Otras obras que nos impresionaron mucho fueron estos cuadros, hechos a base de pequeños mosaicos:
Este de arriba, Gruta en Tivoli, de Giacomo Raffaelli, 1817 (?).
Este, Templo en Tivoli, del mismo autor y año, (el año con la misma duda).
De este de arriba no tomé la ficha.
Nos llevaron también a la Sala dorada, que tiene una colección de joyas inigualable, pero no permitían fotos.
El guía nos hizo ver que esta figura se parece mucho a Putin (y aunque no lo crean, ¡¡ sí fue el guían el que nos lo mostró !!)
Gozamos la visita, aunque como les decía, el segundo día ya no íbamos tan solos...
De regreso, paramos en una enorme tienda de artesanía rusa, donde abundan las pieles, el ámbar y por supuesto, las famosas Matrushkas, que me hicieron pensar mucho en Moni...
Fue muy interesante ver cómo las pintan.
Ya de regreso comprobé que los perritos peinados se encuentran en cualquier lado del mundo:
Besos de arte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario