lunes, 14 de agosto de 2017

Rennes y Saint Malo

Queridos:

Este fin de semana nos desatamos. Con el pretexto de seguir al profesor de pintura (pastel) de Ramón, Patrice Latger, (que nos ha invitado a varias exposiciones y en especial aquí, una demostración en vivo de cómo pintar un cuadro, a partir de una fotografía), tomamos el TGV y nos lanzamos. La exposición fue en Fougères, y nos sorprendió tanto que la voy a reseñar aparte, pero el tren llegaba a Rennes, así que aprovechamos a pasear un poco por la región de la Bretaña. Un poco de información:

Bretaña (en francésBretagne, en bretónBreizh, en galóBertaèyn) es una de las trece regiones que, junto con los territorios de Ultramar, conforman la República Francesa. Su capital y ciudad más poblada es Rennes. Está ubicada en el extremo oeste del país, limitando al norte con el canal de la Mancha, al noreste con Normandía, al sureste con la región del Loira, al oeste con el golfo de Vizcaya (océano Atlántico).

Rennes nos gustó, pero no encontramos el mismo sabor que los otros dos lugares. Llegamos el viernes en la noche, y había un espectáculo de luz y sonido en el Parlamento, sobre la llegada del tren de alta velocidad. Pensé mucho en mi hijo Juan, y su pasión.

Les comparto unos segundos del show:

https://youtu.be/P6Dax_or8yw


Caminamos por las calles del centro en la noche, que aunque tenía mucha vida, encontramos casi todo cerrado para cenar...

Les comparto la imagen de la catedral de San Pedro:


Otra del Parlamento de día (tomada de la red):




A una pocas cuadras del centro hay un parque, al que desgraciadamente sólo pudimos caminar unos minutos, el Parque Tabor. Un poco de historia:

Situado cerca del centro de la ciudad, es un parque público construido en más de diez hectáreas cuya particularidad es mezclar un jardín francés, un jardín inglés y un gran jardín botánico. Su nombre hace referencia a una montaña con vistas al mar de Galilea en Israel, el Monte Tabor.

Desde su origen como jardín privado para los monjes de Saint-Melaine hasta sus sucesivas ampliaciones, se ha convertido en uno de los lugares emblemáticos de la ciudad.

Es un placer ver la cantidad de personas que lo disfrutan. ¿Hace cuánto que no nos sentamos a leer un libro, con el agua como única música de fondo?



¿O a ver el nombre de un árbol, raro y hermoso?



Este por cierto, se llama Cornus Controversa Variegata...

Un par de imágenes más:







A la mañana siguiente, después de intentos fallidos de un buen desayuno (¡acabamos tomando un muffin con huevo en McDonald's!!!) nos fuimos a Saint Malo.
Habíamos ido hace unos años con Lilly y Luis Fernando, de pisa y corre, y teníamos muchas ganas de volver.
Llegamos temprano, indispensable para que no haya un hervidero en las calles. Un poco de información sobre la ciudad:

Estación balnearia conocida por su ciudad cercada y su relación con el mar, la ciudad es una de las más visitadas de Bretaña y su población alcanza los 200 000 habitantes en verano.​ Fruto de una rica historia marítima, es un puerto importante (de recreo, de pesca, de comercio y de viajeros) y un centro económico. Su centro histórico tiene la particularidad de estar amurallado completamente, con una construcción que remonta al siglo XIII.





 Y un poco de historia:

Prehistoria y antigüedad:
La historia de Saint-Malo se remonta a la época gala: los corosiolitas ocuparon el sitio en primer lugar, llamándole Aleth. Bajo la influencia romana la ciudad de Corseul (tierra adentro) se desarrolla quitándole habitantes y recursos a Aleth, pero sigue siendo un puerto importante, a tal punto que en el siglo III de nuestra era, los romanos deciden fortificarla. 

Cuando se retiró el ejército romano (16 de enero de 423) Aleth sufre de varios ataques venidos del norte. 
El nombre Saint-Malo viene del monje galés Mac Low (que llegó a ser obispo de Aleth), que se instala sobre la isla. El nombre data del año 541.



Edad Media:
Los repetidos ataques normandos hicieron que su población se refugiara progresivamente en Saint-Malo. Este creció y se configuró durante el resto de la Edad Media como un importante puerto que disfrutó de su situación a caballo entre el ducado de Bretaña y el reino de Francia. Es así como pasó varias veces del dominio bretón al francés a finales del siglo XIV y durante el siglo XV, conservando sin embargo una marcada autonomía que le llevó a declararse independiente durante breves periodos. Buena prueba de este espíritu de independencia es el lema: "Ni bretón ni francés: malvino soy" (Ni Breton ni Français, Malouin suis).




Aquí una imagen del rosetón de la catedral, que por cierto tiene vitrales modernos muy hermosos:



Edad Moderna:
El 11 de marzo de 1590, Saint-Malo ploclama su independencia del Reino de Francia (1594-1791) y se vuelve la República de Saint-Malo el episodio de cuatro años se terminará el 5 de diciembre de 1594 con la conversión al catolicismo del rey Henri IV.

Mapa inglés representando Saint-Malo.
Tras la anexión definitiva del ducado de Bretaña a Francia, y con el descubrimiento de América y el desarrollo de los intercambios comerciales ultramarinos, Saint-Malo se convirtió en un emporio económico. Tuvo numerosos comerciantes y armadores que actuaron en Europa y las Indias, y con las fortunas que acumularon construyeron en los alrededores de la ciudad mansiones rurales demoninadas malouinières. De esta época datan personajes famosos como Jacques Cartier (descubridor de Canadá) o corsarios como Duguay-Trouin y algo más tarde Surcouf.



Nos dio mucha emoción ver la bandera de Quebec, en honor precisamente a Jacques Cartier, ondeando frente al mar:

El desarrollo de Saint-Malo es frenado por la Revolución francesa. El episodio más traumático fue el fusilamiento de 60 "contra-revolucionarios" en las dunas del tulard de la Armada vendeana en diciembre de 1793. El más joven tenía 16 años, el mayor 19.

Siglo XIX y comienzos del XX
Tras los episodios revolucionarios, Saint-Malo continuó su tradición marítima con el desarrollo de la pesca en alta mar, que hasta bien entrado el siglo XX fue una de las actividades principales de la ciudad. Sin embargo el turismo balneario arribó a la ciudad a mediados del siglo XIX e hizo que Saint-Malo fuera una de las estaciones balnearias más preciadas de Europa. René de Chateaubriand, un escritor romántico de las corrientes del siglo XIX, nació aquí, y sería finalmente enterrado en una tumba situada en la isla del Grand Bé. (Por cierto, una de las versiones del nombre del filete es que el cocinero del escritor inventó la receta).
Fruto del mencionado doble desarrollo económico, Saint-Malo se transformó a finales del siglo XIX y comienzos del XX: aparecieron numerosas mansiones y residencias secundarias a lo largo del Sillon, en Saint-Servan, Paramé y Rothéneuf, y el puerto se cerró finalmente mediante esclusas para impedir que estuviera sujeto a la acción de las mareas y hacer más eficaz el comercio marítimo y la pesca.
Segunda Guerra Mundial
Tras el Desembarco de Normandía y el avance aliado hacia Bretaña, las tropas alemanas se hicieron fuertes en Saint-Malo. Las tropas estadounidenses bombardearon intensamente la ciudad antes de que el general Andreas Maria Karl von Aulock se rindiese. En esta acción se utilizó por primera vez el napalm. La mayor parte de intramuros, así como el puerto, quedaron devastados.

Actualidad
Tras una restauración en estilo llevada a cabo pacientemente durante dos décadas, la vieja ciudad corsaria volvió a ocupar un lugar importante entre los destinos turísticos del norte de Europa, hasta el punto de que suele duplicar o triplicar su población durante el periodo estival. Además del turismo, la ciudad ha sabido desarrollar una importante actividad industrial, lo que la sitúa como una ciudad de pequeño tamaño (apenas 50 000 habitantes) pero de gran dinamismo.

Uno va allí a caminar sus calles y a comer lo del mar, que no tiene comparación:



¿Cómo ven estos ostiones?


¿O una cubetita de mejillones?



Hay para todos...

Caminar por arriba de los muros del fuerte permite unas vistas preciosas del mar, aquí hasta nos vino a posar la gaviota...




Es impresionante ver a los niños metiéndose a ese mar frío.  ¡Nosotros estábamos de abrigo! Aquí un par de valientes tomando ¿el sol? No, más bien el aire...


Otros bárbaros, esquiando con un parapente:


Una vista de las calles:



En fin, que en un sólo día, y con unas horas de tren, en Francia puede uno llenarse de belleza como en pocos lugares...
Besos bretones.







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