domingo, 22 de julio de 2018

Pasajes (casi)secretos de París

Queridos,

No puede uno evitar tener estereotipos de las cosas o lugares. Uno piensa en París y aparece sin querer la Torre Eiffel, o el Museo del Louvre, o la Place Vendome, o las marcas famosas como Louis Vouitton, Chanel, Hermes... Todo eso es París.

Pero también quedan recintos menos conocidos que guardan estos comercios que pueden tener inclusive cientos de años y que nunca llegaron a tener sucursales, o un nombre internacional. El comercio de lo local, que se ha perdido en muchos lugares, para encontrarnos con las mismas cosas en todas las calles.
Esta reseña está dedicada a estos pequeños rincones que guardan experiencias y secretos que nos pueden arrancar muchas sonrisas en la visita.

Se trata de los pasajes comerciales que existen en varias zonas de París. Me hubiera gustado reseñarlos todos, pero hubiera sido demasiado largo y no quiero abrumarlos, lectores asiduos que me siguen y que quieren bueno y breve.
Fueron construidos en los 1800s, y casi todos han sido remodelados para seguir con su carácter.

Empiezo con la más conocida, la Galerie Vivianne, muy cerca del Louvre y la Bourse (el edificio de la Bolsa).


Esta es una selección de fotos de la red, dado que en este momento está en remodelación y no pude tomar casi nada. Pero ahí van las mías:


El lugar tiene varias entradas, por diferentes calles, esta que no estaba en reparación se ve más bonita.


Uno de los hermosos techos que tiene, (afuera se alcanza a ver el edificio de la Bolsa).



Esta de arriba, la galería Vero Dodat, cerca de la Vivianne, y muy cerca de Les Halles también.


Aquí se encuentra el taller original del famoso Christian Louboutin, aquel que les contaba en la reseña de la Industria del Lujo, que, como símbolo de pertenencia pone siempre suelas rojas:



En casi todas las galerías, llaman la atención los suelos de mármol y los techos, o de vidrio, o pintados.



En el Boulevard Montmartre se encuentran dos pasajes, uno frente al otro en donde uno puede pasarse horas disfrutando:


El primero, en el Número 11 del Boulevard, está el Passage des Panoramas, donde hay un restaurante que le encantaría a Juan, el Victoria Station:





que es nada menos un restaurante en un vagón de tren.


Esta tienda le encantaría a Susana, con tarjetas postales de todo el mundo.


Un par especializadas en filatelia.

Y enfrente del de Panoramas, en el número 10-12, nos encontramos con el Passage Jouffroy:



Este pasaje es una especie de L, en donde encuentra uno estas tienditas llenas de cosas, para "perder" el tiempo a gusto:



Como en esta, llena de instrumentos musicales para todos los gustos,


O este carrito de helado como de los cuentos.

Y en una de las salidas del Jouffroy, nos topamos con otro pasaje, el Verdeau, en el número 6 de la calle Grange Batelière, otra joyita:




Ahí encontramos una tienda que nos hizo el día, de bastones. Ya en la entrada se encuentra uno con algo que llama enormemente la atención:


Un bastón para pintor, con lugar para el agua, las pinturas, en la otra punta los pinceles, (seguramente con espacio también para enrollar el papel), todo listo para un paseo completo. Y al entrar hay más sorpresas:


Todo tipo de mangos, marfil, maderas preciosas, plata, bambú...
La dependienta, una mujer muy amable que al oírnos hablar español quiso practicar el suyo, nos dio un recorrido amplio por la pequeña tienda, abriendo cajones que escondían maravillas:


Cajas llenas con los bastones más singulares como este:


Que en el mango tenía un lugar para guardar cera y el sello para lacrar, por si en el camino se le ofrecía al señor enviar algún mensaje cerrado. O este:


Un bastón hecho con raíz de bambú que esconde una daga; muy propio de esos tiempos, donde en las calles oscuras necesitaba uno defensa personal (los tiempos no han cambiado mucho en algunos lugares...)

Después de tan amable 'clase' de bastones, nos quedamos a comer un buen pollito rostizado.



Ramoncito muy contento esperando el pollo mientras yo corrí a tomar fotos de más tiendas:


Este bombón para los amantes de los libros de segunda mano,


Y este otro que hará suspirar a quien le guste hacer punto de cruz.

Después de la comida nos regresamos muy contentos a casa, y salimos de allí mejores de como entramos...

Besos antiguos.


domingo, 15 de julio de 2018

Provins

Queridos,
Después de la boda, mi mamá (Lui) vino a pasar unos días con nosotros a París. Hace algunos años Ramón y yo visitamos este pueblo medieval, Provins, y decidí llevarla a pasar un par de días. La pasamos de lo lindo. Para quien me sigue hace años, se acordará de él, pero como habíamos ido en abril, estoy segura que los cielos no estaban tan bonitos, me acuerdo de aquel viaje con mucho frío. Hoy fue lo contrario. Buscábamos dónde resguardarnos del sol, y debo decir que pocos lugares tenían aire acondicionado, pero como las paredes de todas las construcciones son tan anchas, el clima era otro adentro de cualquier tienda o restaurante.

Pero empecemos por el principio. Tomamos el tren en París (desde la Gare de l'Est) y en hora y media estábamos allá. Luego de preguntar tomamos un autobús que nos dejó a medio kilómetro del hotel. Al llegar nos dijo la dueña que había otra parada a cincuenta metros, el precio de no saber...

El hotel es una joyita, se ve que fue una casona que alguien decidió dedicar al turismo. Se llama Demeure des Vieux Bains, y está a unos quinientos metros de la primera parada de un trenecito que le da a uno la vuelta por la zona turística.

Les comparto primero unas imágenes del hotel, que vale la visita.

Ya en la puerta Lui estaba encantada, porque las hortensias son sus flores preferidas:


Mi idea era que pasáramos la tarde en el hotel, para bajar un poco el ritmo al viaje, que desde que llegó Lui había estado un poco acelerado, así que elegí esto para pasarnos un rato tranquilo:


Un salto al pasado, donde lo que escuchábamos eran pájaros, y veíamos peces en el estanque.

Después de un rato nos dimos una vuelta a la Roserie, (el rosedal) donde se puede uno pasar también horas disfrutando los aromas y los colores de las rosas:




Al volver al hotel, entre las callecitas, estos rincones:





Esta imagen  de Lui en la ventana me gustó mucho:


Pues después de esta tarde tranquila, al día siguiente nos esperaba un desayuno en la terraza (había que trepar bastantes escalones, pero la vista lo valía):


Cómo ven:




Después de desayunar la emprendimos al pueblo. En el mapa aparecía cerca, pero lo que no decía es que era una subida que nos hizo sudar. Finalmente encontramos la parada del trenecito, cuya iglesia, Colegiata de Saint Quiriace, del siglo XII,  presume entre sus historias, que allí escuchó misa Juana de Arco, en su paso de Reims...



Bueno, y ya que estamos a punto de tomar el tren, les cuento un poco de Provins:

Fue sede de una de las más importantes ferias de la provincia de Champaña, cuando la ciudad estaba bajo la jurisdicción del Condado de Champaña.

Es una ciudad Patrimonio de la humanidad por la Unesco desde 2001. Los subsuelos de la ciudad son recorridos por subterráneos medievales visitables, citados por Umberto Eco en El péndulo de Foucault.

Pues llegó el trenecito después de 40 minutos de espera:


La ciudad es célebre por sus fortificaciones medievales, de 1.200 metros de longitud con 22 torres, construidas entre 1226 y 1314.



En la época del Conde de Champaña la zona fue tan próspera, que Provins tenía su propia moneda, que era aceptada en toda Europa.



Esta es la Torre César, un imponente torreón octagonal de base cuadrada (sic), también del siglo XII. Pueden imaginarse la vista desde arriba (desde luego no subimos).

La puerta de Saint Jean, una de las entradas a la ciudad amurallada.


Esta librería medieval, que para entrar había que bajar los escalones que pueden ver, estaba varios grados más fría que afuera, hubiera o no lo que buscábamos, valió la pena la bajada (la foto la tomé de la red)...


Aquí algunas imágenes más:





En verano, la ciudad se viste de fiesta y está llena de eventos, sobre todo si uno visita con niños, se transporta uno a otra época:


Nosotras no entramos a los eventos, y no encontramos a nadie así por las calles, pero la red nos da infinidad de imágenes:








Además del turismo, Provins es famoso por su producción de rosas, y todo lo relacionado con ellas, desde las cremas corporales hasta las mermeladas y los tés.

Hay muy buenos restaurantes, hace años comimos en Aux Vieux Remparts, y hoy volvimos. Este magret de cannette me recordó por qué nos gustó tanto:


En fin, un viajecito al siglo XII, muy recomendable.

Besos medievales.