domingo, 27 de agosto de 2017

Vermeer, entre el silencio y la luz

Queridos,

Volvemos a las andadas artísticas.
Ramón veía pasar un montón de cabecitas blancas dirigidas al auditorio que está camino a su oficina y se preguntó a dónde iban, y así supo que la Sorbona tiene un programa de conferencias gratuitas para "seniors" en verano, y aunque esta vez nos enteramos un poco tarde, todavía alcancé algunas, entre ellas, esta singular, sobre Vermeer, nuestro pintor favorito.
Ustedes saben que en Francia se toman el arte en serio, así que estoy segura de que lo que escuché no se lo sacaron de la manga...

Empecemos con un poco de historia sobre su vida:

Pintor holandés que nació en Delft, Países Bajos, en 1632 y murió en 1675. La documentación con la que se cuenta en la actualidad parece demostrar que  no fue un pintor famoso en su tiempo, pese a lo cual en nuestros días se le considera la gran figura del siglo XVII holandés, después de Rembrandt. 
Abajo un cuadro que muestra su ciudad y su vida cotidiana, Delft, pintado en 1660 y se encuentra en La Haya. 




Salvo una visita a La Haya en 1672 para actuar como testigo en un pleito, pasó toda su vida en Delft, donde perteneció al gremio de pintores, que dirigió en dos ocasiones. Se cree, sin embargo, que nunca se dedicó profesionalmente a la pintura, (pintaba sólo dos cuadros al año, además de que murió muy joven, a los 43 años) sino que manejó el hostal heredado de su padre y el negocio de marchante de arte legado igualmente por su progenitor.

Aquí otro cuadro mostrando la vida diaria de su ciudad, La callejuela, 1658:




En 1653 se casó con Caterina Bolnes, perteneciente a una acomodada familia católica, que le dio once hijos. La necesidad de mantener a una familia tan numerosa le impidió gozar de suficiente desahogo económico, tal como demuestra el hecho de que, un año después de su fallecimiento, la viuda solicitara ser declarada insolvente.

El gran detalle de sus cuadros hace pensar que utilizaba una cámara oscura, o cámara negra, (por cierto, si les interesa el tema, les recomiendo mucho una película, Tim's Vermeer), algo que utilizaron los pintores de la vedutta en Venecia, como Canaletto o Quadri.





Como muchos pintores de su época, se autorretrató en una de sus obras, esta, La alcahueta, 1656. Aquí el cuadro y el detalle donde se cree que lo hizo:








Cuando uno observa un cuadro, de él o cualquier otro, lo hace en general (siendo neófito e inocente) con poca habilidad para ver los detalles. Cuando asistimos a una conferencia donde "desmenuzan" una obra, descubrimos cosas que nos parecen increíbles, y en algunos casos incluso irrisorias. Tal es el caso del siguiente cuadro ( Lectora en la ventana, 1659):



Resulta, queridos lectores, que las radiografías muestran repintes y cambios sobre la idea original, entre ellas la presencia de una copa a la derecha, oculta posteriormente por la cortina.​ Además, en la pared del fondo colgaba un cuadro con Cupido como el que se puede ver en la Dama al virginal de Londres, con el que se estaría explicando el contenido de la carta, sugerido únicamente por el gesto de la joven al ser eliminado el cuadro. 

Además, el detalle que les muestro a continuación (un durazno a medio comer), 





muestra que la mujer ha otorgado ya "la fruta prohibida"...
Esto, aunado a la copa que estaba pintada (aunque después borró con la cortina) y Cupido que estaba antes en la pared y después borró, nos hace saber que la carta es un rompimiento dejando a la pobre muchacha a merced de la vida, habiéndose deshonrado.

¡Ay! Aquí empecé a sufrir en la conferencia...

Luego mostraron el cuadro de La lechera, (1660) que con toda inocencia habíamos pensado que se trataba simplemente la vida cotidiana en ese tiempo...


Empiezan las explicaciones y TODO parece mostrar deseo carnal, no les hago el cuento largo, pero parece que la ventana rota,



¡es la virginidad perdida de la pobre mujer que simplemente está sirviendo leche para el desayuno!

Y seguimos...




Aquí Dama con dos caballeros, 1659, después de la explicación resulta que la señora, cuyo marido aparece en el cuadro de atrás, gracias al poder del vino, ya le dio el SÍ al señor que la contempla deseoso, ella nos mira para hacernos cómplices del desacato...

Abajo el mismo caso:



Dama bebiendo con un caballero, 1662. En este cuadro nos hicieron una larga explicación de lo que representan los instrumentos musicales en los cuadros de esa época, especialmente el laúd, que significa el cuerpo de la mujer y el deseo carnal. La silla vacía, con el laúd sólo refuerza el deseo, que será llevado a cabo gracias a la disposición de ella para tomarse "rápidamente" el vino.




Ayayay...

Y eso no es todo:



Este cuadro, Mujer riendo con soldado, 1658, parece que (una vez más, alcohol de por medio), además de reír inocentemente, con la mano izquierda le está pidiendo dinero por sus "favores"...

Y este siguiente:



Dama sentada al virginal, 1670-1675. Resulta que, dado lo que nos decían de los instrumentos musicales y el deseo carnal, aquí "claramente" se ve en el chelo, cuyo arco (símbolo fálico) está en una posición comprometedora, y "entrelazado" en la cuerdas, y TODOS ya sabemos lo que eso significa, y además, miren la posición del respaldo de la silla, otro símbolo claramente fálico (yo ya quería llorar a estas alturas). La mujer nuevamente nos mira para hacernos cómplices de sus deseos...

Ni se diga de la obra maestra, La joven del arete de perla, 1665, cada detalle sólo nos empuja al deseo, 




Si no, miren el detalle de la humedad de sus labios:





Efectivamente, yo encuentro este el cuadro más sensual de sus obras, aquí le concedo razón.

Este siguiente, Mujer con balanza, 1662-1665, 


Nos hacen ver que la mujer no está pesando nada, y poniendo atención a lo que el pintor nos quiere hacer notar:


Resulta que lo que la mujer está sopensando es su propia vida (tomen en cuenta que está embarazada...)

Incluso este cuadro, tan cotidiano, La encajera, 1669-1671, tiene sus detalles que muestran el deseo de la mujer. Pero ya ni les platico...



En los siguientes habló de varios detalles, pero no tocó el tema del deseo, será porque el protagonista es un hombre serio, dedicado a la ciencia:

Aquí El geógrafo, 1668. Sobre el armario se encuentra un globo terráqueo de Jodocus Hondius, fechado en 1618, que solía venderse junto con la esfera celeste representada en El astrónomo.




El Astrónomo, 1668, El cuadro del fondo, apenas visible, es una pintura del tema Moisés salvado de las aguas, del estilo de Peter Lely. 

Para estas alturas, queridos, el daño ya estaba hecho... Y al salir yo sólo quería decir ¡¡DÉJENME COMO ESTABA ANTES DE ENTRAR!!

Me pregunto cómo salieron mis compañeros de conferencia, los de la tercera edad (aunque en Francia por supuesto, todo es más liberal). Mi compañera de asiento sólo alcanzó a decirme, "oh là-là, les interpretations".




Aquí el autor del daño, Lionel Cariou...



Cada quien saque sus conclusiones...

Besos (que pretenden seguir) inocentes.


domingo, 20 de agosto de 2017

Fougères

Queridos:

Como les decía, esta ciudad nos dejó tan encantados que decidí reseñarla aparte.

Lo primero que nos encontramos al llegar, es una de esas maravillas del arte urbano, un muro enorme pintado;  hemos visto muy pocos en vivo, aunque muchos en fotografías:



Un poco de historia:

Fougères (en galo Foujerr, en bretón Felger) es una ciudad de Francia situada en la región de Bretaña y en el departamento Ille y Vilaine.
La creación de Fougères remonta a la Edad Media. La primera mención del castillo de Fougères data de finales del siglo X, cuando era una simple edificación de madera sobre un espolón rocoso que controlaba el valle del Nançon. Entorno al mismo surgió la población de la ciudad baja, si bien a partir del siglo XII comienza a surgir la ciudad alta, quedando la ciudad organizada en dos parroquias: Saint-Sulpice y Saint-Léonard.
El castillo sigue agrandándose mientras tanto, acorde a su papel estratégico como plaza fuerte de la frontera del ducado de Bretaña, lo que no excluye que sus señores busquen a veces el favor del reino de Francia y que Fougères sufra diversos episodios armados durante todo el resto de la Edad Media, hasta su definitiva anexión a Francia en 1488.


El castillo es de cuento, qué hubiéramos dado, de niños, por haber hecho una visita así...
Está doblemente resguardado, no sólo por las murallas sino por el foso natural que genera el río Nançon.


Construido entre los siglos XII y XV, es uno de los más imponentes de Francia. Abarca dos hectáreas, tiene tres líneas de murallas y se encuentra en buen estado de conservación. Estaba unido a la ciudad alta por unas murallas que permitían el repliegue de los defensores.

Es uno de los conjuntos medievales más imponentes y mejor conservados no sólo de la región, sino de toda Francia.




Es muy interesante pasar por estas puertas, construcciones casi milenarias llenas de historia, pero ¿se les antojaría haber vivido en esa época? A mí no, aún siendo la princesa...


Esas ruedas se utilizaban para generar energía (ahora tan de moda, las energías "renovables"),  seguro cerraban alguna de las puertas que aislaban el castillo...


Aquí literalmente, una ventana al cielo...


Rendijas y ventanas por donde uno se asome, (aunque antes no eran sólo adorno, las usaban para disparar).

Por cierto, el nombre "Fougères" viene de la planta, que en español significa "helecho". Hay un parque público con una hermosa colección de ellos:








Y donde pasa el agua (¡y miren que pasa!),  nacen los helechos...


En el jardín público puede uno quedarse muchas horas, simplemente escuchando la "orquesta" del agua corriendo...


Por donde quiera que uno vaya, callecitas y puentes. Les comparto unas cuantas calles:



No importa a dónde lleguen, el chiste es recorrerlas, un poco como la vida...








De sueño este lugar.

Ahora un par de puentes:



No quiere uno irse de allí...


Muy cerca del castillo, se encuentra la iglesia de Saint Sulpice (por cierto, debe ser muy venerado este santo, porque hay muchas iglesias con su nombre en Francia). Por dentro no vale mucho la pena, pero por fuera es una joya.

Algunas casas están todavía cargadas de historia:


En el camino nos sorprendió mucho encontrar un árbol de kiwi, ¿lo conocían? Yo no, pensé que esta fruta sólo se daba en Nueva Zelanda. Ya ven que no...



Ganas de alzar la mano y llevarse uno...


Al sentarnos a comer, vimos a esta señora, que no tenía menos de 80 años, con su bicicleta. Llegó con quien creemos era su hijo, y hablaban holandés. Cómo sorprende la cultura de la bicicleta que tienen...

Otro detalle hermoso al pasar:


Y como les decía al principio, todo este viaje se originó para ir a la exposición de Pastel, y la demostración que Patrice Latger hizo en ella. Aquí la foto que escogió para pintar:


Aquí el proceso:




La demostración dura aproximadamente dos horas, y aunque el cuadro se termina en su casa, da una idea bastante clara de lo que se puede hacer. 
Después de la clase, el domingo, emprendimos la retirada a nuestra bella ciudad.

Al volver a París, Ramón poniendo en práctica lo aprendido...




Salió bueno el alumno.
Besos felices.