domingo, 22 de octubre de 2017

Warnemünde y Rostock

Queridos,

Después de pasar un día en Copenhague, el barco la emprende por el Báltico y el primer puerto que toca es Warnemünde. Este es un pequeño pueblo desde donde llevan a los pasajeros a Berlín en tren. El trayecto es de dos horas y decidimos no ir, habíamos estado hace unos años allí y nos daba flojera la embarrada que pueden darte de ciudad en un sólo día. Así que decidimos pasear por el pueblito, y tomar un tren hacia Rostock, una ciudad a media hora de allí.

Un poco de historia:

La historia de Rostock comenzó alrededor del año 1200, con el establecimiento de comerciantes alemanes, y como ciudad hanseática mantuvo amplias relaciones comerciales con el Norte, el Este y el Oeste de Europa. El estuario del río Warnow, a cuyas orillas se encuentra la ciudad, representaba el emplazamiento ideal para una ciudad y puerto comercial.




En 1419 se fundó aquí la primera Universidad del Norte de Europa. La prosperidad y la situación estratégica de la ciudad provocaron la envidia de los daneses y suecos, que la ocuparon dos veces: La primera durante la Guerra de los Treinta Años (1618-1648) y la segunda entre 1700 y 1721. Entretanto, un gran incendio había destruido buena parte de la ciudad (1677). La reactivación económica llegó con la industrialización a mediados del siglo XIX. Entonces contaba con la mayor flota mercante de toda la costa báltica. Sin embargo, este progreso se terminó de forma abrupta como consecuencia de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) y de la depresión de los años treinta.


Durante el régimen nazi, Rostock fue la sede de una potente industria aeronáutica y naval que proveía de armamento al ejército alemán. Los primeros aviones de reacción fueron desarrollados y probados en la ciudad. En la Segunda Guerra Mundial, los aliados bombardearon intensamente la ciudad durante 1942 con el objetivo de destruir el entramado industrial. Como resultado, la ciudad quedó casi completamente devastada. En 1945 fue tomada por el Ejército Rojo, y formó parte de la zona de intervención soviética y, más tarde, de la República Democrática Alemana (RDA).
Durante el periodo de la RDA, la ciudad fue considerada como el símbolo de la recuperación de la Alemania Oriental. Fue reconstruida en su práctica totalidad siguiendo la planta y el diseño previo a la guerra, y los edificios del casco antiguo fueron restaurados. En esta época, Rostock fue el principal puerto comercial de la RDA, y el comercio y la construcción naval centraban su economía.
Tras la Reunificación Alemana, continúa siendo el motor económico del Estado de Mecklemburgo-Pomerania Occidental, si bien la capital se encuentra en la ciudad de Schwerin.

Estas dos imágenes de arriba fueron tomadas de la red, nosotros en el autobús no tuvimos esa panorámica.

Ya en la plaza principal nos dedicamos a divertirnos.


Muchas veces he dicho que los mejores momentos de los viajes los pasamos con una copa de vino en la mano, sentados en alguna  plaza, comiendo el plato de la región, y viendo pasar todo tipo de personas. Este fue el caso.



Sentados en la plaza teníamos a un lado esta iglesia,


y en la otra esquina el Ayuntamiento.

En medio, estas dos esculturas:


Yo señalando lo obvio...


...o aprovechando una banca diferente.

Al pasar por la callecita comercial encontramos a este señor cantando ópera, así nomás, y después de dejarle un billetito, nos atrevimos a tomarle un minuto de video, ojalá lo disfruten:

https://youtu.be/c8oThg285A0

Después de un par de horas en esta linda ciudad, regresamos a Warnemünde, a dar una vuelta por su casi única calle de tiendas. Es un pueblo pesquero cuya economía se complementa con el turismo de cruceros.


En los dos lados del río hay tiendas típicas, donde cada día que llegan los barcos, el pueblo se llena de vida.

Ya de regreso, es muy agradable pasar un rato en el balcón del camarote:


simplemente viendo ponerse el sol...


Besos tranquilos. Continuará...

miércoles, 11 de octubre de 2017

Copenhague

Queridos,

Después de unas semanas de ausencia, volvemos desatados. Llevábamos un año esperando este viaje con los hijos. Lo planearon los grandes y nos incluyeron, lo cual nos hizo sentir honrados. Fabián y Fer, su novia, (que a partir del crucero ya es su prometida) llegaron a París unos días antes y Mariana vino para acompañarnos y pasearlos para que conocieran lugares menos turísticos (aunque no podían perder además lo que todo visitante tiene que recorrer).

Como conocimos varias ciudades, para no agobiarlos, dividiré las reseñas de una por una.

Pasamos unos días hermosos antes de viajar:


Después de 5 días, Mariana se fue y volamos hacia Copenhague.

La mejor forma que hemos encontrado para ver lo más posible en poco tiempo, es tomar el Turibus, que en todos los lugares se llama Hop On- Hop Off, y después de dar la vuelta bajarnos en lo que nos pareció lo relevante. A cambio, la visita es un poco de Europaisaje (esos que van en los autobuses sólo embarrándose de lugares y tomando fotos, y luego no sabiendo ni en qué país era qué foto), pero no se puede todo en la vida.

La primera tarde caminamos del hotel al centro y nos encontramos con este parque de diversiones, Tivoli, que parece valer mucho la pena:


Luego pasamos por la estación de trenes, con las que siempre pienso en Juan:




Si además del autobus, el lugar tiene río, lo mejor es tomar el barco que también da una paseadita por los lugares emblemáticos. Los colores son bellos, pero el cielo no ayudó mucho a resaltarlos. Hacía frío y llovía, así que abría la ventana para tomar la foto y la cerraba para no empaparme... Aún así, la guía nos hizo muy agradable el paseo, con su perfecto danés, inglés e italiano.



Este edificio de abajo, la antigua bolsa de Copenhague se construyó entre finales del siglo XVI  y principios del XVII por orden del monarca Christian IV, un gran impulsor de la actividad comercial de la capital danesa. Y en efecto, hasta mediados del siglo XIX el edificio fue escenario de negociaciones y transacciones comerciales que lo convirtieron en uno de los ejes fundamentales de la vida económica danesa hasta que la bolsa fue trasladada a un edificio más moderno.


Es uno de los más famosos y queridos en Copenhague; de corte renacentista y ladrillo rojo (que de un primer vistazo nos recordó a las fachadas típicas de Amsterdam), su diseño corrió a cargo de los arquitectos Lorentz y Hans van Steenwinckel. 

Con sus casi 55 metros de altura, el altísimo chapitel que se ve, sobresale en el contorno de la ciudad. Está compuesto por varias colas de dragón (que acabaron pareciéndose más a unos cocodrilos), concretamente son cuatro, y representan a los cuatro países nórdicos (Dinamarca, Suecia, Noruega y Finlandia).

Además de los edificios típicos daneses, nos encontramos también con construcciones modernas muy interesantes, como la Ópera. La Fundación A.P. Møller y Chastine Mc-Kinney Møller donó el Teatro de la Ópera al Estado danés en agosto de 2000 (A.P. Møller fue cofundador de la compañía multinacional danesa Mærsk). En algunos sectores se sintieron ofendidos por la donación privada, en parte porque el costo total del proyecto sería deducible de los impuestos, obligando al gobierno a comprar el edificio. Pero el parlamento (Folketing) y el gobierno danés lo aceptaron en el otoño de 2000. 


Está considerado uno de los teatros más modernos del mundo. Se encuentra también entre las óperas más costosas del planeta con un precio de construcción superior a los 500 millones de dólares.


También aquí puede uno vivir en un peniche, y supongo que es tan caro y complicado como en París.

Los puentes de los canales son tan bajos que le dicen a uno todo el tiempo que cuide la cabeza. Este en especial, el más bajo y angosto de todos, también le piden que no saque ni los dedos, Ustedes juzgarán por qué:




Nos sentíamos dentro de un aparato de resonancia magnética.

Y bueno, no puede faltar en la visita, la famosa Sirenita. Hace unos años recibí unas fotos que mostraban lo que uno espera ver en los lugares y lo que realmente se encuentra. Este es uno de los casos. La Sirenita es el monumento más fotografiado de Dinamarca, con 50 millones de fotos al año. Cuentan que le han cortado la cabeza dos veces (y robado por supuesto), y que al parecer no es la original, sino que los herederos del escultor decidieron poner una réplica y guardar la verdadera para ellos.

Como les decía, uno espera esto:


Y encuentra esto:


Es tan pequeña...

Después del paseo caminamos por las calles del centro, que disfrutamos además por ir juntos:




Encontramos este edificio que no pudimos saber qué era pero nos pareció imponente:



Luego decidimos comer algo típico danés. La comida no parece muy variada. Nos dijeron que así comen las hamburguesas aquí:


Cuando pregunté lo que tenía me dijeron "salsa café" (¡Ah!). Una especie de gravy que me hizo prácticamente dormir sentada... Pero estaba sabrosa.

Después de la visita a la ciudad empezó la diversión: ¡nos embarcamos! Todos muy emocionados...


Besos daneses y continuará...