domingo, 11 de junio de 2017

El Orientalismo.

Queridos,
Quiero completarles la visita al D'Orsay que hicimos ese día feliz.
Esta sala que les compartiré, a pesar de que los impresionistas son nuestros preferidos, nos provoca una fascinación que hace que cada vez que vamos no podamos dejar de pasar...

El Oriente, entendido aquí como África del Norte y Palestina, que inspiró sueños todo el siglo XIX, no corresponde a una área geográfica precisa, aunque la política colonial de los países europeos y el auge de los viajes, multiplicaron los contactos con la cuenca del Mediterráneo.

En este contexto, la relación con el Otro, (lo desconocido) se redefine y se vuelve más concreta. En la estela que dejó Delacroix y los románticos, los artistas reinventan constantemente en su propio estilo las imágenes, a veces fantasiosas, de una cultura extranjera que tropieza con la sed de exotismo... de un mundo que parte al descubrimiento de terrotorios desconocidos.


Este cuadro, La lavandera, de Ernest Hébert, de 1869 no está precisamente dentro de la sala, pero camino a ella, y ya se va uno preparando...


Esta escultura está también en la entrada. El niño de Abruzzes, de André Allar, 1873.


Esta pintura muestra muy diferentes a los pastorcitos que tenemos en nuestras pastorelas, pero así deben haber sido... Los pastores, conducidos por la estrella, se acercan a Belén. Octave Penguilly L'Haridon, 1863.

Ciertamente todos tenemos esa parte, algunos más escondida, que busca lo exótico, lo diferente, y los imperios encontraron esos lugares recónditos que por distintos fascinaron, aunque muchas veces por no entender, simplemente despreciaron.



Varias de las obras atraen y horrorizan a la vez...
 Los últimos rebeldes, escena de la historia marroquí.  Jean Joseph Benjamin-Constant. Hacia 1880.


Ante esta imagen nos hemos quedado Ramón y yo de pie durante mucho rato. Casi podemos escuchar el dolor y la desesperación de los moribundos. Es un cuadro grande, que se viene encima por el poder de atracción y por el tema... El país de la sed. Eugène Fromentin, 1869.




¿Qué les dice a Ustedes este cuadro? Yo casi puedo escuchar los rezos a la hora de la puesta del sol.
Rezo de noche en el Sahara. Gustave Guillaumet, 1863.


Una vez más, la desolación del desierto, que se come vivo a quien se deje... El Sahara, o El Desierto, también de Gustave Guillaumet, 1867.


Esta es otra que me encanta. Los invito a ver con detalle la escena... es la peregrinación a La Meca, ustedes saben que un musulmán sueña con hacerlo al menos una vez en la vida, me impresiona ver a los viejos caminando descalzos, quién sabe desde dónde, las mujeres, los niños, en fin, cuántas historias contarán esos pasos...
Peregrinos hacia La Meca, Belly, (no supe el año).


Miren esta mujer... contenta no está, pero ¿qué guardará? ¿enojo? ¿decepción? ¿deseos de venganza? Se ve rica, pero como en jaula de oro... Mujer árabe, Jules Blanchard, 1901.



Y a su lado esta otra figura, Jefe abisinio, (actual Etiopía) Marcello, 1870. Aunque distintas épocas, ¿no se les antoja pensar que es el Jeque y la mujer es una de sus doncellas del harén? Claro, la cara que tiene la escultura no podría ponérsela al hombre, ¿cuál sería la que podría mostrarle?... En fin, esas cosas son las que se me ocurren cuando veo esculturas como estas.


Esta pintura me hace imaginar la vista desde allí arriba... La Roche de Vann, Kurdistan, Jules Laurens, 1880.


Este cuadro es bello y sumamente desolador... Viejo delante de la tumba de sus hijos. Osman Hamdy Bey 1892.


Esta escena también me transporta. Café en Adalia (Turquía), Charles Émile de Tournemine. 1856. ¿No oyen los patos? Cómo me gustaría saber de qué hablaban...


Este es otro cuadro de gran formato que nos hace escuchar a los elefantes. Miren los detalles... Nuevamente de Tournemine, Elefantes de África, 1867.


¿Y éste? ¿Qué les dice a Ustedes? Laghouat, Sahara algeriana, 1879, también de Guillaumet.


Esta pequeña escultura me provoca algo extraño cada vez que la veo. Por descuido no tomé la ficha, pero es alguien que ruega, suplica amor. Me impresiona la cara de ella, de desprecio, y la desesperación de él... ¿qué habrá pasado?



Y con este cuadro los dejo, La Excomunión de Robert le Pieux, también de Laurens, 1875. Cada quién invente la historia que más les guste...



Y Ramón muy contento, después del "deber" cultural cumplido...

Besos exóticos.

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