Queridos:
Así se llamaba un paseo de 4.7 kilómetros de largo, que arranca a la altura de la Ópera de la Bastilla, al principio del Viaducto de las Artes y concluye en el boulevar periférico en la puerta de Montempoivre. Se cambió el nombre a Coulée verte René-Doumont, en honor a este agrónomo francés que luchó por la ecología y el desarrollo de las comunidades rurales pobres. Fue el primer candidato a la presidencia de Francia en 1974 con una etiqueta de ecologista.
Hace unos meses, cuando estuvimos en Nueva York, Lilly nos llevó a la Green Mile, que es la misma idea, un paseo verde que se construyó sobre una antigua vía de tren. Debo decir que aunque el otro es muy agradable, este se lleva de calle al de Nueva York, por su longitud y sus rincones verdes por todos lados.
El Viaducto de las Artes es un conjunto de tiendas donde 52 artesanos exhiben joyas únicas, flores, accesorios de teatro, muñecas antiguas, se restauran cuadros, tapices, hay mobiliario contemporáneo, objetos de arte, pintura sobre porcelana, lámparas, bronces y mucho más. (Las dos siguientes fotos están tomadas de la red).
Pues es precisamente sobre este viaducto que empieza el paseo. En 1988, el paisajista Jacques Vergely y el arquitecto Philippe Mathieux iniciaron las obras, que concluyeron en 1993.
Sigue una orientación sur-este paralela a la avenida Daumesnil hasta llegar al jardín de Reuilly.
Conforme va uno avanzando se topa con hermosos arcos que lo van a uno llenando de paz, y por instantes se olvida uno que está en París.
A pesar de estar en medio de la ciudad, y sabiendo ahora que París se encuentra en el lugar de abajo de la Ciudad de México en contaminación acústica, es un placer sumergirse en el abrazo que da la naturaleza.
Hay otros arcos más naturales...
Debo decirles que aunque en las fotos el lugar aparece vacío (se imaginarán que me la pasé esquivando paseantes), los fines de semana es un hervidero, todo mundo quiere un respiro...
Pasamos a las flores, para no sólo apapachar la vista y el oído (con el silencio) sino también el olfato:
¿No huelen las rosas? ¿Y el jazmín?
Mientras caminaba, una señora abrió su balcón, y me imaginé la alegría que tendrá cada vez que se asoma...
Al fondo otro edificio muy parisino con vista envidiable...
Llegando al jardín Reuilly toma uno el puente volado, para ver a los felices parisinos aprovechando el sol, cual playa.
Como les decía, cuando fui entre semana y temprano pude tomar estas fotos vacías, pero normalmente los fines de semana puede verse así (la siguiente foto es de la red):
Superado el jardín, el paseo regresa al nivel del suelo y se integra en la parte central de la avenida Vivaldi.
Un estanque les permite a los paseantes sentarse a ver patos, palomas o lo que quiera tomar agua de allí:
Al final de la avenida, el paseo gira al este, retomando el trazado de la antigua línea ferroviaria de Vincennes, pasando por túneles en dos ocasiones. Como no llegué a los túneles, tomé de la red estas tres siguientes imágenes:
No podía faltar un espacio para que los niños jugaran...
Y cerca de allí otro para adultos, donde varios estaban meditando o haciendo yoga...
Y por acá el arte, en el que claramente todos participan...
Me encontré con este kiosko, increíblemente singular, que surte agua gratuitamente, incluyendo ¡¡MINERAL!! (aquí le llaman gazeuse o petillante).
La gente llega con sus garrafones para surtirse.
Yo, que no llevaba botella, me conformé con un vasito que encontré y me di el gusto...
La red dice que este es el final del camino, en el bosque de Vincennes; habrá que creerles porque no llegué...
¡Besos naturales!
Y cerca de allí otro para adultos, donde varios estaban meditando o haciendo yoga...
Y por acá el arte, en el que claramente todos participan...
Me encontré con este kiosko, increíblemente singular, que surte agua gratuitamente, incluyendo ¡¡MINERAL!! (aquí le llaman gazeuse o petillante).
La gente llega con sus garrafones para surtirse.
Yo, que no llevaba botella, me conformé con un vasito que encontré y me di el gusto...
La red dice que este es el final del camino, en el bosque de Vincennes; habrá que creerles porque no llegué...
¡Besos naturales!