miércoles, 30 de octubre de 2019

Taller de quesos artesanales en el Rancho La Barranca

Queridos,
Después de varios meses vuelvo a las andadas.
Como dejé la cuenta "dormida" hubo problemas en la computadora y hasta hoy pude volver a acceder a mis fotos.
Les debo, y seré responsable, varias reseñas de un viaje relámpago que hice a París hace más de un mes, pero hoy quiero reanudar las entregas con un taller que nos ofrecieron Mariana y Nico (mi hija y su esposo francés) de quesos artesanales.

La idea era, en un fin de semana en el campo, aprender a hacer queso Mozzarella y Oaxaca. El primer grupo fue un éxito. Éramos 15 personas trabajando, y un abuelo solidario cuidando a su nieto para que su hijo pudiera tomarlo.

El lugar estaba listo para recibirnos:


Mientras Nico nos daba la teoría,






 Mariana preparaba los aperitivos:



El proceso lleva más tiempo, pero Nico lo aceleró un poco para poder llevarnos la experiencia completa y por supuesto, cada uno nuestro queso a la casa.


El trabajo se hizo en dos equipos.


A cual más de contentos:


A la leche se le adiciona un cuajo, y cuando queda claro que la leche está cuajada:


Se hacen cortes:


Tiene que moverse constantemente para no perder el proceso:


Luego pasamos al escurrido,


y exprimido:


En el caso del queso Oaxaca, es preciso desmoronar el cuajo, antes de pasar a los hilos:


Aquí estirando el queso antes de empezarlo a enredar:


Aquí un video de cómo se forma el Mozzarella:


Luego hay que salar el queso. Debe hacerse con sal no yodada, porque el yodo acaba con el proceso de fermentación.



Aquí Francisco, el abuelo solidario, que jugó con su nieto amorosamente todo el fin de semana:


La parte de la historia de los quesos corrió a cargo de Mariana:



Después de unas horas de trabajo, tuvimos "recreo":

Jugamos Petanca (un juego europeo con canicas gigantes):



Y luego por supuesto bohemia al pie de la fogata:



Al día siguiente nos tocó a nosotros hacer nuestro quesito para llevarlo a casa. Por supuesto hubo tiempo para brindar, queso y vino no pueden ir sino juntos.


El taller fue un éxito.


Y dado que no siempre es fácil trasladarse al campo, el taller será itinerante, y durará 5 horas. Si alguien se apunta, avisen.

Besos gourmets.

viernes, 10 de mayo de 2019

La esposa esposada. Exposición de Carmen Mariscal en París

Queridos,

En uno de los últimos días que pasé en París,  nos invitó Carmen Mariscal (Cari), a ver su exposición en la Casa de América Latina, y sobre todo, a darnos una explicación detallada.
Cuando salí, conmovida, le dije que cuando mi cabeza quedara para adelante, aunque fuera muchos meses después, reseñaría esta increíble experiencia.


A la entrada de la exposición encontramos estas dos casitas:


A Cari le choca la idea de que el amor tenga que "encadenarse" y que sea un candado el que haga pensar que los enamorados volverán juntos a París. Mucho se ha dicho sobre los candados de París, incluso quitaron la mayoría que había en los puentes, pero como les comentaba en alguna otra reseña, las parejas buscan cualquier lugar para dejar su candado...

Les comparto primero unas fotografías que tomé del video en el que se puede observar el proceso de creación de las casitas de arriba:



Aunque los materiales con los que trabaja, vidrio, metal, alambre, cerámica, parecen fríos e industriales, Cari les da un sentido cálido e íntimo.

Esta idea del amor (de los candados) la llevó a pensar en un vestido de novia como algo que encadena. Tomando como idea la palabra (que sólo en español coincide) de esposa, que es igual a las manillas para apresar a alguien.

Pero todo empezó años antes. En el catálogo de la exposición (de donde tomo estos textos), dice Christine Frérot, la curadora: " En 1997, en México, cuando su bisabuela le regaló su vestido de novia y su diario, detonaron en Carmen una toma de conciencia de la transmisión generacional de tradiciones y de códigos familiares. 
Esta instalación es una puesta en escena de su inquietud, a la vez íntima y social de la condición femenina en el matrimonio".

Estas fotos son de otra exposición, precisamente con el vestido de su bisabuela...


El detalle de esta imagen me llamó mucho la atención:




La intención de La esposa esposada era darle voz a diversas mujeres, cuando tuvieran la experiencia de entrar en un 'vestido armadura', o 'vestido prisión'; permitir que a través de las fotografías y los audios (en la exposición se escuchaban una tras otra, las voces de las mujeres que posaron), ellas pudieran decir lo que era ser una esposa. Sólo una pequeña parte de las fotografías pudo ser exhibida. Había mujeres de Pakistán, Francia, Camerún, Costa de Marfil, Siria... Fueron muchas las entrevistas, hechas en Asociaciones de mujeres maltratadas, o en la calle; las fotos hablan por sí solas.

Cuando uno visita la exposición, difícilmente puede ver el inmenso trabajo que hay detrás.

El diseño del vestido,




El material,


El armado (1500 pequeñas esposas),


Las entrevistas,




La toma de fotografías,




La selección de las mejores,



Y luego, el trabajo final:


Les comparto algunos testimonios, que no coinciden con las fotografías, por razones de anonimato, y que son muy fuertes de leer. Las tomé también del Catálogo de la Exposición:

Nersrin, tunesina, de 37 años:

'Después de la boda, el esposo aplasta, insulta, acaba con los nervios. La familia no decía nada, le daba igual. Yo contaba lo ocurrido, sufría. Me sentía muy agobiada. Sufría después de la boda. La familia tenía vergüenza de que yo pidiera el divorcio. Yo decía "me siento muy agobiada, estoy dentro de un cuarto negro" A la familia le daba igual. Yo pedí varias veces el divorcio. No podía respirar. Me sentía triste. Cuando estaba en casa y escuchaba las llaves de la puerta, tenía miedo. Pasé años así.
Quería divorciarme. Quería terminar con la tristeza, con el cuarto negro, con la violencia, con ese agobio. Terminar. Tomé a mis hijos y me fui. Esa es mi vida'.



Sofía, francesa, 32 años, divorciada.

'Cuesta trabajo darse cuenta de que lo que una deseaba se vuelve una verdadera condenación. Es difícil recuperarse, una está llena de dudas. Después de la negación, a pesar de la esperanza que una pudo haber tenido, viene la vergüenza, la cólera, la decepción. Pero, afortunadamente, me di cuenta de que podía liberarme.'


Lina, siria, 36 años:

'En mi país la cuestión de la virginidad es muy, muy importante, muy sensible. Para casarse hay que ser virgen. Se respeta la tradición. Se espera que el marido salga y muestre la sangre. Si no eres virgen, si no hay sangre, la mujer se sentirá llena de vergüenza. Él puede divorciarse, depende de qué clase social sea ella. Si ella es de clase baja, la matará. Es el crimen de honor. En mi país las mujeres han tratado de cambiar esta idea, aun dentro de la ley. Pero nada ha cambiado.'




Justine, marfileña, 37 años, casada, madre de 6 hijos.

'El matrimonio en África no es como aquí, como en Occidente. Allá, para la boda se hace una pequeña ceremonia, vuelves a casa de tus padres, tomas tus cosas, todas tus cosas y te vas a casa con tu marido. Después de eso, estás con tu marido, es todo. Ver a tus padres es muy raro. Aquí en Occidente todo es muy diferente.'


Así, cada una fue dando su testimonio...





Cari nos fue llevando a cada fotografía y contándonos sus experiencias a lo largo de la preparación.


Estoy segura que el contacto con esas mujeres tocó profundamente su corazón...



También el mío.

Y aunque en verdad han pasado varios meses, y parece una reseña fuera de contexto, era imposible dejar de compartir esta experiencia tan fuerte, dolorosa y profunda.

Besos femeninos.